Psicóloga Vecindario MOBBING El error básico de atribución

Psicóloga María Jesús Suárez Duque
Psicóloga infantil, adolescentes, adultos y mayores
Atención psicológica individual. Terapia de pareja. Terapia de familia
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MOBBING

El error básico de atribución en las víctimas de mobbing: algo habrás hecho

El mecanismo psicológico de defensa conocido como “error básico en la atribución”, es la causa del porqué todos alrededor de las víctimas de acoso: compañeros, jefes, responsables de RR HH, inspectores de Trabajo, médicos y jueces tienden a buscar la explicación de la situación de hostigamiento y acoso en sus supuestas características individuales, en lugar de buscar la causa en dónde se encuentra, a saber, en la personalidad, la conducta desviada e inaceptable de quien acosa y en los factores organizativos psicológicamente nocivos y tóxicos (ausencia de gestión del conflicto, mala organización del trabajo, competitividad interna, ausencia de valores, inadecuación del tipo de tarea, pobreza de liderazgo, cargas laborales inadecuadas, caos). La mayoría de los errores en la evaluación y peritación de las personas acosadas se explica por la intervención de este mecanismo de defensa.

El “error básico de atribución” proyecta sobre toda víctima de modo sistemático supuestos rasgos, actitudes, disposiciones internas, déficits o problemas

El “error básico de atribución” proyecta sobre toda víctima de modo sistemático supuestos rasgos, actitudes, disposiciones internas, déficits o problemas psicológicos que explicarían cómo “ha hecho algo” o “tiene algo” que la hace merecedora del acoso.

El mundo entero parece concordar en percibirlas como responsables de lo que les ocurre. Aparecen así numerosos falsos amigos de las víctimas que animan a los acosados a hacer examen de conciencia y a descubrir en ellos lo que han hecho mal, en qué se han equivocado, quienes incluso les imputan buscar inconscientemente ser castigadas...

En este mundo de “falsos amigos de las víctimas”, todo resulta racional y explicable puesto que cada uno recibe el justo premio o castigo a sus obras. Entre esos falsos amigos solemos encontrar muy especialmente a los profesionales de la ayuda, sanitarios, médicos, psicólogos que tienden en sus diagnósticos a evidenciar, no tanto la existencia de un daño psicológico, sino la preexistencia de trastornos o patologías de la personalidad que lo explicarían todo. Algo anda mal en la mente de los acosados.

De este modo se invierte la lógica del proceso de victimización y se pretende establecer el efecto del acoso en las víctimas en forma de desestabilización, como su causa. Se arrebata así su estatus a la víctima, a no ser el de ser la víctima de sí misma.

También les ocurre lo mismo a los departamentos de recursos humanos de las empresas, habitualmente poco formados o informados sobre la incidencia del acoso y sobre cómo opera el mecanismo atribucional perverso. Suelen incurrir en el mismo error atribucional que todos los demás, incrementándose el sesgo en la percepción de la culpabilidad de las víctimas y de este modo, la probabilidad de adoptar la solución limpia, barata y rápida de cortar por lo sano, excluyendo al trabajador que resulta así doblemente victimizado.

La inversión de causa y efecto resulta proverbial en todos los procesos de victimización, ya sea en el acoso laboral, escolar, vecinal, doméstico, etc. Las víctimas, ya se sabe, algo tienen. De lo contrario no serían víctimas. En cualquier reportaje televisivo o radiofónico sobre acoso se pregunta inmediatamente por el “perfil de las víctimas”. Con ello se asume tan natural como falsamente que lo que precipita un proceso de acoso es algo oculto dentro de las víctimas, en sus rasgos, patologías, personalidad o actitudes.

Todo ello forma parte del mito central en el acoso por el que se intenta buscar dentro de la víctima la razón por la que resulta victimizada.

Contra el mito extendido por doquier y que domina la esfera de la representación, está “la verdad de las víctimas”, es decir, que éstas son técnicamente inocentes.

Es necesario advertir a las personas de la existencia de esta dinámica que no es sino un mecanismo de defensa por el que tendemos a querer creer en un mundo psicológicamente seguro en el que solamente quien lo merece le pasan cosas malas. El aserto “Solo quien lo merece es acosado”, es siempre falso.