Psicóloga Vecindario MOBBING El comportamiento mimético en el acoso

Psicóloga María Jesús Suárez Duque
Psicóloga infantil, adolescentes, adultos y mayores
Atención psicológica individual. Terapia de pareja. Terapia de familia
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MOBBING

El comportamiento mimético (automático e imitativo) en el acoso

La difusión de la responsabilidad por nuestras actuaciones en los comportamientos colectivos victimarios ha sido profusa y profundamente analizada por el antropólogo de la Universidad de Stanford, René Girard.

El linchamiento de una víctima a manos de una multitud encolerizada es quizás el caso más paradigmático del funcionamiento de un grupo dirigido hacia un comportamiento perverso sin que nadie lo tenga decretar realmente. Un grupo puede estar dirigido en su comportamiento por el propio mimetismo sin que nadie se sienta individualmente concernido moralmente a título individual.

Girard explica a través de la teoría mimética que el mal es la propiedad emergente del mimetismo del grupo, que lo posee y dirige en los linchamientos unánimes de víctimas.

Cuando un grupo lincha a un individuo física o psicológicamente, nadie se siente responsable a pesar de que todos participan de las conductas y de la animadversión grupal.

Ninguna piedra determinada arrojada en el marco de una lapidación pública tiene la culpa de la muerte de la víctima. Ningún insulto particular es el que intimida al árbitro o al equipo contrario en un campo de fútbol y por eso, amparados en el anonimato de un grupo victimario, cualquiera de nosotros puede ser socializado grupalmente en la comisión de los actos más terribles, sin el menor atisbo de malestar interno.

Los individuos de un grupo, llevados por el mimetismo, se imitan unos a otros, correspondiendo a expectativas mutuas que modelan el comportamiento de cada individuo. La propensión a imitar característica del ser humano, el mimetismo, permite a cada individuo abdicar moralmente de su responsabilidad ante el mal que genera su propio comportamiento y del que no se siente actor genuino.

La masa no es menos responsable que la suma de los individuos que la componen y sin embargo, cada uno en particular se siente exonerado y enajenado éticamente. Es un hecho muy frecuentemente señalado por la investigación de los fenómenos grupales y organizativos, cómo los grupos en crisis, amenazados por la desintegración y la descomposición, tienden de manera espontánea a rehacer la unanimidad perdida a través de mecanismos victimizadores.

Practicar periódicamente expulsiones, purgas o linchamientos es un método infalible para integrar a grupos humanos desintegrados o desregulados.

La violencia produce orden social. No hay nada como participar de una masa linchadora en un procedimiento de expulsión para sentir la propia pertenencia al grupo más fuerte que nunca.

Un linchamiento social y psicológico unánime rehace la unidad perdida de un grupo en crisis y amenazado por la desintegración.

Los peores directivos suelen propiciar y alentar estos mecanismos de expulsión a escala departamental o empresarial para camuflar lo que no es sino la pésima gestión de un jefe tóxico. El público señalamiento del enemigo común a batir, al que todos deben dirigir su animadversión, es el mecanismo más tóxico de integración y es utilizado hoy en día por las organizaciones tóxicas paraconjurar los efectos de la guerra de todos contra todos.