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La indefensión aprendida en las víctimas de mobbing
Entre las víctimas de acoso el daño psicológico generado no es efecto de un episodio aislado de violencia psicológica muy grave, sino que más bien de una situación de acumulación o gota a gota.
La repetición del “gota a gota” rompe más tarde o más temprano la resistencia psicológica y genera un tipo de paralización que se denomina técnicamente indefensión psicológica. Esta indefensión no existe previamente en las personas, sino que es aprendida e internalizada como una secuela psíquica del proceso de acoso.
La indefensión procede de una vivencia traumática recurrente en un entorno del que la víctima siente que no puede escapar para eludir el hostigamiento.
La capacidad de resistencia psicológica del individuo, es socavada durante un período largo de exposición a la violencia psicológica.
Son comportamientos de violencia psicológica que si se toman aisladamente parecen anodinos o triviales y banales (el ninguneo, la extensión de rumores, la exclusión social y profesional, los gritos, el maltrato verbal) los que generan un desgaste psicológico y emocional que conduce a la generación de un daño oculto e invisible, pero ciertamente atribuible a la acumulación y a la sobrecarga del sistema psíquico.Padecerlos sin ningún tipo de defensa ni protección en el centro de trabajo al que la víctima debe obligatoriamente asistir a diario si no quiere perder su trabajo es lo que explica que aparezca la indefensión.
La vivencia subjetiva de las víctimas es la de “sentirse atrapados” o de hallarse en una “ratonera”.
La persona que padece el hostigamiento continuado entra en una espiral de apatía y pesimismo en el que el estado de ánimo habitual es la tristeza, el llanto, la desesperanza. El no saber qué pueden hacer para afrontar o superar la situación de acoso le produce indefensión.
La indefensión procede de la brutalidad, irracionalidad e ininteligibilidad que la víctima percibe en los ataques.
La indefensión constituye todo un fracaso de la persona en el proceso de comprender, controlar o dominar el efecto que sus comportamientos producen en el entorno. Termina creyendo que lo que le ocurre obedece a fuerzas sobre las que no tiene control, por lo que desarrolla una fatal expectativa que consiste en pensar que toda respuesta individual ante ellas será imposible o ineficaz. Piensa que no puede hacer nada frente al acoso psicológico que padece y por ello no hace nada. Queda paralizada y a merced de sus acosadores, que no ven en todo esto sino un menor peligro de respuesta y, de este modo, una mayor impunidad para sus actos.
La paralización de la indefensión aprendida no sólo no mejora la situaciónde acoso para la víctima, sino que incrementa su incidencia y frecuencia, toda vez que los agresores ven una ventana de oportunidad para rematar más fácilmente a la víctima. Se saben fuera del peligro que supondría para ellos un correcto afrontamiento y la respuesta efectiva por parte de la víctima.
El aprendizaje de la indefensión tiene como correlato cognitivo más perjudicial el pesimismo. Con el pesimismo la víctima inicia una espiral de malos pronósticos que le van a conducir a malos resultados, que a su vez le confirmarán la validez de sus malos pronósticos.
El pesimismo de las víctimas de acoso se materializa en pobres o muy negativas expectativas hacia su futuro profesional y personal. Los sentimientos de culpa, de inadecuación y de haberlo hecho todo mal lastran la salida psicológica y la elaboración de la respuesta.
El tratamiento a aplicar supone cuestionar siempre con prioridad estos pensamientos negativos de auto derrota y auto sabotaje propio de las víctimas, (también denominados pensamientos tóxicos) y ayudarle a enfrentar la situación rompiendo la indefensión.
Los pensamientos tóxicos más frecuentemente desarrollados por las personas deprimidas por el mobbing son:
“No puedo hacer nada”.
“El acoso me supera”.
“No puedo hacer frente a esto”.
“Es mejor que pase el tiempo”.
“Nadie me defiende, ¿para qué hacerlo yo?”.
“Si hago algo, es peor”.
Resulta absolutamente imprescindible identificar cuanto antes, reducir y eliminar la indefensión aprendida ya que es la responsable de todos los cuadros psicológicos y psicosomáticos que suelen desarrollar las personas que sufren el acoso continuado.
El enfoque correcto del tratamiento del daño por la indefensión pasa necesariamente por enfrentarla y ayudar a la víctima de acoso a transformarse en protagonista activa y principal de su propia defensa y salida del problema. Esto no excluye las demás medidas de protección, solidaridad y ayuda del entorno a las víctimas. No se le puede exigir a una víctima de acoso que salga de la indefensión, sin más recurso que su propia voluntad. Esto es irreal y neciamente voluntarista.
Estamos hablando de víctimas de un trauma complejo. Salir de la indefensión lleva tiempo y requiere de la tecnología y del apoyo psicoterapéutico experto y especializado en estos casos.
Bibliografía
Piñuel, I., & García, A. (2015). La evaluación del mobbing. Como peritar el acoso psicológico en el ámbito forense. Buenos Aires: Sb editorial.
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