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Los perversos narcisistas
Envidiosos, prepotentes y abusivos
Un individuo narcisista es aquel cuyo déficit oculto de autoestima le obliga a embarcarse en todo tipo de comportamientos erráticos de tipo compensatorio.
El narcisista cree que todo se le debe, y que lo puede tomar de manera oportunista en todas aquellas posibilidades que le ofrezca la organización para la que trabaja.
Se caracteriza por saltarse las normas que rigen para todos y por no observar las conductas que reglamentariamente se deberían esperar de él.
Cree que las normas no se han hecho para alguien de su categoría o alcurnia familiar, social, intelectual o profesional y por ello suele limitarse a un cumplimiento formal y aparente, de modo que externamente parezca que cumple, aunque viole de manera flagrante el sentido más profundo o espíritu de las disposiciones legales o reglamentarias, incurriendo frecuentemente a los fraudes de ley. Aparenta que cumple para saltarse esas mismas normas.
El directivo narcisista es incapaz de manifestar auténtica empatía ante los demás o de comprender las que otras personas pueden manifestar.
Su alteración le convierte en una especie de idiota emocional, solo pendiente de sí mismo y atento observador del impacto que produce en los demás.
Cuando un jefe es narcisista se convierte en el paradigma del liderazgo inoperante activo. El patrón general del comportamiento directivo de un narcisista es propio de una auténtica nulidad como líder. Representa el auténtico paradigma del liderazgo inefectivo. Una especie de Liderazgo mediocre, inoperante, aunque activísimo.
Sus rasgos son los siguientes:
· Pensamientos o declaraciones de autovaloración, en contraste con lo que los demás piensan de él o con la valoración que de él hacen: Pretende aparecer como el mejor trabajador de la empresa o el único que está capacitado para hacer esas tareas o como la pieza clave sin la cual nada puede funcionar. Se presenta como el mejor.
· Fabulación de grandes logros profesionales pasados: Aparece como un verdadero businessman, relatando fantasiosas historias de realizaciones, proyectos, que se repiten una y otra vez de manera grandilocuente, refiriéndose a sí mismo en tercera persona o usando constantemente yo, mi, mis, olvidando significativamente la contribución o las realizaciones de otras personas.
· Hipersensibilidad a la evaluación de los demás: Manifiestan enormes problemas en el momento de ser evaluados por sus superiores jerárquicos. No tienen capacitación o nivel para ello. Su comportamiento sólo podrá juzgarlo la historia. Echan pestes en privado de los propios jefes.
· Usan a los demás como espejo: Utilizan y se prevalen de su superioridad jerárquica, su cargo o posición, para hacer que los demás escuchen obligatoriamente sus autoalabanzas y las repitan.
· Violación de los códigos éticos de la organización: Sienten que están por encima de las normas internas, que no rigen para personas “tan importantes o decisivas” para la organización.
· Sensación de crisis apocalíptica: Proyectan hacia su entorno la sensación de que van a producirse crisis inminentes o problemas enormes de los que nadie, salvo ellos, son conscientes y a los que sólo ellos dicen ser capaces de dar respuesta utilizando sus “brillantes” capacidades personales y profesionales.
· Imprescindibilidad: Se presentan como elementos clave del desarrollo de la empresa u organización. Sin ellos no hay futuro o éste es sombrío. Nadie es imprescindible, salvo ellos.
· Pretensiones de tener nivel categoría de persona VIP: Proyectan hacia los demás la sensación de que tratan a nivel interno con “los peces gordos” de la empresa o de que se relacionan con personas de alto nivel social, intelectual o político.
· Reclamo de atención constante: Utilizan las reuniones con sus equipos para pronunciar discursos en los que escucharse a sí mismos. Monopolizan abusivamente el uso de la palabra dándose importancia.
· Monopolización del mérito: Se atribuyen sistemáticamente todo el mérito de los proyectos en los que participan, “colgándose todas las medallas”, evitando hablar de la contribución de otros y pasando por alto sus errores, fallos o fracasos.
· Mesianismo: Se presentan como mesías del proyecto empresarial, con grandes visiones del cauce por el que la estrategia de negocio debe marchar.
· Comportamiento laboral parasitario: Suelen disponer de lanzados o esclavos que les hacen el trabajo duro y sucio, que luego se atribuyen.
· Escaparatismo: Sus despachos o zonas de trabajo exhiben de manera ostentosa sus trofeos profesionales, sociales o académicos. Diplomas, certificados, medallas, premios. Se combinan con fotografías con personajes importantes en el ámbito empresarial, político o social. Exhiben objetos de gran valor que, supuestamente, marcan el estatus social o económico de quien los posee.
· Susceptibilidad a la envidia: Su tema central es la envidia que todos les tienen. Se devanan los sesos por todas aquellas personas que, supuestamente, envidian sus cualidades personales o profesionales. Son capaces de explicar de este modo todo el comportamiento de los demás, basándose exclusivamente en la envidia que hipotéticamente les corroe.
· En realidad, quienes son pasto de la envidia hacia los demás son ellos mismos, no permitiendo que otros miembros del equipo destaquen y bloqueando el ascenso y la promoción de los subordinados más capacitados a los que ven como amenazantes.
· Extensión y propagación de la mediocridad: Viven atemorizados por las capacidades que presentan las personas de su entorno, especialmente las de mayor creatividad, originalidad o valor añadido profesional o personal. Velan y se preocupan por que nadie prospere a su lado ni debajo. Se encargan de no seleccionar o contratar para sus equipos a personas que puedan ser más capaces que ellos. De este modo y con el paso de los años van extendiendo a su alrededor una atmósfera de mediocridad profesional en la que su capacidad mediocre pueda despuntar.
· Sensibilidad al nivel: Juzgan los comportamientos o las ideas según el nivel jerárquico que posee la persona que los manifiesta. Las ideas o planteamientos valen lo que el peso jerárquico o social de quien las emite. Suelen alinearse sólo a favor de ideas o planteamientos de aquellas personas que juzgan superiores, no en el plano intelectual, sino jerárquico o político.
· Persecución del aprendizaje y la capacitación: Al ser incapaces de aprender, por no poder gestionar emocionalmente su ignorancia, no desean que nadie lo haga. El aprendizaje y la formación pueden capacitar a otros que pueden terminar aventajándoles. Suelen ser, por tanto, enemigos declarados de la formación y de las acciones de capacitación, aduciendo diferentes pretextos para ello.
· Sensibilidad a la categoría de los trabajos: La acomodación o el gusto por tareas o trabajos tiene que ver únicamente con el rango de éstos, y nunca con el grado de interés que le suscitan o con la posibilidad de aprendizaje que puedan procurar. Debido a ello, les cuesta rebajarse a realizar tareas que consideran por debajo de su nivel o categoría.
· Pensamiento autorreferencial: Las cosas suceden en la empresa en relación con algo que siempre tiene que ver con ellos. Las decisiones que se han tomado “arriba” obedecen a su asesoramiento previo, a su decisiva intervención o a la calidad de su trabajo, etc.
· Fobia al riesgo y al fracaso: El fracaso les horroriza por su incapacidad de enfrentarse emocionalmente a él. Debido a ello, suelen ser incapaces de afrontar riesgos.
Este tipo de acosadores debido a sus características solo pueden sobresalir en entornos mediocres.
Las víctimas suelen ser con mucha frecuencia aquellas que sobresalen o despuntan por su buen hacer profesional o por las competencias, destrezas y habilidades que tienen y de las que el acosador carece. La presencia de este tipo de trabajadores estrella, supone una amenaza extrema para el narcisista.
La aversión al riesgo convierte a los narcisistas en pésimos emprendedores o gestores de proyectos. Siempre timoratos e internamente inseguros, prefieren el control omnímodo y la crítica a las iniciativas ajenas, a fin de camuflar su ineptitud emprendedora. Siempre son necesarios más análisis, nuevas evaluaciones, más reuniones antes de decidir o emprender nada, llegando a una parálisis por análisis.
La “parálisis por análisis” no es sino un mecanismo de defensa que produce la ralentización de la toma de decisiones, y que se manifiesta por desmedido un afán de controlarlo y chequearlo todo una y otra vez hasta de “todo quede atado y bien atado”.
Es necesario “volverlo a ver”, “darle otra vuelta”, en la medida que nunca ningún trabajo o proyecto se presenta como suficientemente perfecto como para no provocar una sensación de amenaza.
Nada se hace ni se permite hacer a otros.
Indicadores conductuales para identificar a un narcisista
Bibliografía
Piñuel, I., & García, A. (2015). La evaluación del mobbing. Como peritar el acoso psicológico en el ámbito forense. Buenos Aires: Sb editorial.
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