Obsesiones
Las obsesiones
son pensamientos, impulsos o imágenes
recurrentes y persistentes experimentados, al menos en un primer momento,
como inapropiados y aversivos y que generan ansiedad o malestar acusados. En
ocasiones, las obsesiones no son fáciles de identificar porque no tienen un
contenido preciso o delimitado y no resultan fáciles de percibir por la
persona, quien, simplemente, experimenta malestar más o menos intenso ante
determinadas situaciones (p.ej., suciedad o desorden). Suelen tener que ver con
la anticipación de consecuencias negativas si no se realizan ciertas conductas
(compulsiones).
La persona reconoce
que, aunque involuntarias, son el producto de su propia mente (no vienen
impuestas desde fuera, como en los delirios o alucinaciones).
Su frecuencia, duración
y contenido varía mucho de una persona a otra.
En general, las obsesiones suelen generar angustia y
malestar a la persona, quienes suelen desarrollar algún tipo de conducta
(manifiesta o encubierta) para hacer frente a dicho malestar (compulsiones). Es
importante señalar que las obsesiones no son preocupaciones excesivas o
intensas sobre problemas de la vida real.
Lee y Kwon (2003; citado en Bados, 2005) clasifican las obsesiones
en autógenas y reactivas:
a) Obsesiones
autógenas: son aquellas para las que es difícil encontrar estímulos desencadenantes, suelen tener un
contenido relacionado con temas que la
persona considera inmorales (p.ej., blasfemias, sexo inmoral y/o
agresividad) y son experimentadas con
intensa angustia y malestar por la persona, quien, para controlarlas, suele recurrir a rituales encubiertos,
esto es, estrategias mentales neutralizadoras (p.ej., rezar o imaginar escenas
o imágenes contrarias a la obsesión). La presencia de este tipo de obsesiones
se relaciona con una tendencia de las personas que las sufren a sobreestimar la importancia de los propios pensamientos,
que se consideran equivalentes a las acciones a las que se refieren (p.ej.,
“pensar en la posibilidad de matar a mi hijo es tan malo y deplorable como la acción
real de matarle”). Algunos autores se refieren a esta tendencia como fusión pensamiento-acción y consideran este
tipo de creencias disfuncionales como un aspecto nuclear en una gran proporción
de casos de TOC (Rachman, 2003; Wells, 1997; 2000).
b) Obsesiones reactivas:
este tipo de obsesiones se activan ante
situaciones y estímulos específicos y no son experimentadas por la persona
que las tiene con tanto malestar como las obsesiones autógenas, ya que se asumen como reacciones más o menos
lógicas ante estímulos que se consideran aversivos, tales como asimetría,
fallos o errores, suciedad, objetos relacionados con la seguridad, etc. La persona
que experimenta este tipo de obsesiones puede tender a sobreestimar su grado de responsabilidad y/o control sobre la
ocurrencia y/o prevención de eventos aversivos tales como contaminarse, ser
robado, que entren en la propia casa... Por esta razón, cuando le surgen estas
obsesiones, la persona suele recurrir a rituales observables (conductas
manifiestas) con el objetivo de prevenir tales consecuencias desastrosas y el
malestar asociado a ellas. Estos rituales serían precisamente las compulsiones
(de lavado, de comprobación, de orden o de seguridad, entre otras).
Compulsiones
Las
compulsiones
son conductas motoras y/o cognitivas
dirigidas a reducir o prevenir el malestar generado por las obsesiones y/o neutralizar/prevenir
las consecuencias negativas anticipadas por éstas. A veces tienen poca conexión
con el daño que pretenden prevenir (p.ej., tener que repetir mentalmente una
palabra 100 veces para evitar que alguien tenga un accidente) y, cuando existe
dicha relación (p.ej., limpieza para evitar contaminación), son claramente
desproporcionadas e interfieren en el desarrollo de la vida de la persona.
Pueden ser conductas
motoras observables (p.ej., rituales de comprobación o limpieza) o respuestas encubiertas,
específicamente, actos cognitivos neutralizadores (p.ej., ante la obsesión de
haber enviado una enfermedad a alguien sólo por pensar en ello, rodear las
imágenes de las personas con un círculo de luz para “protegerlas” de esa enfermedad).
Aunque en la mayor parte de los casos (un 90%) las
compulsiones suelen llevarse a cabo como respuesta a las obsesiones, existen compulsiones sin obsesión o malestar (ansiedad) previos
que la persona pueda identificar (un 10% de los casos). Estas compulsiones se
han establecido en el repertorio de la persona por su gran efectividad para prevenir la aparición de la obsesión o el
malestar (para profundizar en este tema, ver Cruzado, 1998) y están muy
integradas en la forma de funcionar de las personas, quienes no las
experimentan como aversivas o indeseables.
Con relativa frecuencia, las personas perciben sus
obsesiones y compulsiones como exageradas o irracionales. Cuando esto no
ocurre, suele emplearse el término “poca
conciencia de enfermedad” como una especificación del trastorno. Se ha
encontrado que la baja conciencia de enfermedad podría ser más habitual en
ciertos perfiles obsesivos tales como el de acumulación (Lochner y Stein, 2003).
La mayoría de las personas con TOC presentan tanto
obsesiones como compulsiones, si bien un pequeño porcentaje (2%) parece
presentar obsesiones puras, sin rituales externos o internos identificables y
otra pequeña proporción de casos (10%), como ya se ha comentado, pueden
presentar compulsiones sin obsesiones previas identificables.
La clasificación internacional de trastornos mentales de la
OMS (CIE-10) establece una distinción entre casos de TOC con predominio de
pensamientos o rumiaciones obsesivas y casos con predominio de rituales
compulsivos.
Además de las
obsesiones y compulsiones, suelen aparecer en los casos de TOC numerosas conductas de evitación y/o escape de
estímulos y situaciones que activan el malestar y las obsesiones
correspondientes (p.ej., la persona con obsesión con la limpieza que evita
pasar al lado de cubos de basura).
Existen diferentes
temas o contenidos de las obsesiones y compulsiones, así como diversos tipos de
conductas de evitación. De hecho, se ha sugerido que el TOC puede no puede ser
un trastorno único, sino un espectro de síndromes potencialmente coincidentes (Bados,
2005). Por otro lado, la mayor parte de las personas que presentan TOC (un 60%)
manifiestan más de un tipo de obsesión y
compulsión.
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
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