LAS TRAMPAS VITALES
Una trampa vital es
un patrón que se inicia en la infancia y
se repite durante toda la vida. Empieza como algo que nos transmiten nuestras familias u otros niños. Es decir, si alguna
vez fuimos abandonados, criticados, sobreprotegidos, maltratados o rechazados,
en cierta manera nos perjudicaron pues la trampa vital pasó a conformar parte
de nosotros. De esta manera, con el tiempo, abandonamos el hogar donde hemos
crecido y repetimos esas mismas
situaciones en que somos maltratados, despreciados, desvalorizados o
controlados, lo que provoca que
fracasemos en el logro de nuestros objetivos más deseados (Young y Klosko,
2012).
Ejemplos de trampas vitales serían:
·
¿Te atraen las relaciones con personas frías
contigo?
·
¿Sientes que ni siquiera las personas más
próximas se preocupan por ti o te entienden lo suficiente?
·
¿Sientes que existe en tu interior algún tipo de
imperfección que impide que seas querido y aceptado por alguien que te conozca
de verdad?
·
¿Antepones las necesidades de los demás a las
tuyas de modo que desconoces cuáles son tus auténticas necesidades?
·
¿Tienes miedo de que te pueda ocurrir algo malo,
hasta el punto de que un ligero dolor de garganta te despierta el temor de una
enfermedad mucho más grave?
·
¿Te sorprende que, a pesar del reconocimiento
general, todavía te sientas infeliz, insatisfecho o desvalorizado?
Las trampas vitales determinan
cómo pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos con los demás.
Conllevan sentimientos intensos como la ira, la tristeza y la ansiedad, e
incluso cuando parece que lo tenemos todo, ya sea posición social, un
matrimonio ideal, el respeto de las personas próximas o el éxito profesional, a
menudo somos incapaces de saborear la vida o de valorar nuestros éxitos (Young
y Klosko, 2012).
Un niño que no tuvo
sus necesidades emocionales satisfechas puede crecer con esa carencia y
reproducir ese estado de desapego como adulto. Por ejemplo, un hombre puede
dejar de sentir atracción por una mujer cuando esta empieza a aferrarse a él.
De esta manera, empieza a buscar fallos en su persona para evitar sentir afecto
hacia ella.
Una niña con padres
sobreprotectores (tratada como una muñeca de porcelana, le advertían
continuamente de posibles, aunque improbables amenazas) no es de extrañar que
pasara la mayor parte de su tiempo en un doloroso estado de ansiedad y que
intentase que su mundo fuera seguro. Sin embargo, los placeres de la vida se le
estaban escapando. La trampa vital transmitida de sus padres podría conllevar
en su vida adulta a sentir miedo para emprender cualquier acción ya que, para
ella, la vida sería peligrosa y preferirá estar en casa, en donde probablemente
se sienta más segura. Por otro lado, también se dan casos de adicción a
ansiolíticos.
En estos casos siguiendo las directrices de Young y Klosko,
en el Centro Beatriz nos centramos en enfrentar
al cliente a la trampa vital cada vez que esta adquiera relevancia en su vida e
intentamos destruirla. En el primer caso en concreto, es importante
mostrarle que comprendemos sinceramente la incomodidad que siente cuando intima
con alguien, la cual es debida a la frialdad emocional de sus padres. En el
segundo caso, le enseñaríamos a estimar correctamente la probabilidad de que
ocurrieran cosas que le perjudicaran
El enfoque de las trampas vitales implica un enfrentamiento
constante con nosotros mismos. En el Centro Beatriz nos centramos en descubrir
las trampas vitales, la manera en que actúan en la vida de las personas y en el
modo de contrarrestarlas cada vez que este mecanismo se ponga en
funcionamiento, hasta que esos patrones no tengan efecto en la persona.
El término técnico para trampas es esquema
Los esquemas son
creencias profundamente enraizadas, aprendidas en los primeros años de vida.
Estas creencias las vamos aplicando a nosotros mismos y al mundo, son centrales
en el concepto que tenemos de nosotros mismos. Renunciar a creer en un esquema
sería como abandonar la seguridad de saber quiénes somos y cómo es el mundo;
por lo tanto, nos aferramos a él, incluso cuando nos perjudica. Esas creencias
tempranas nos proporcionan un sentido de predicción y de seguridad, son cómodas
y familiares. En cierto sentido nos hace sentir como en casa. Por ello, las
trampas vitales o esquemas son tan difíciles de cambiar.
Una niña sometida constantemente a desprecios,
descalificativos, desvalorada por sus padres, probablemente tenderá a mantener
relaciones emocionales cuando sea adulta con hombres que la desprecie,
descalifique y la desvalore ya que un hombre que la respete, la valore le
produciría desconfianza e inseguridad. En este caso la intervención estaría
centrada en ayudar a la persona a comprender con exactitud cuál es su patrón y
cómo lo puede romper, en concreto, se trataría de enseñar a ser más selectiva
en las relaciones con los hombres. Se trata de enfrentarla con su realidad: se
enamora de parejas que le refuerzan su trampa vital.
Un niño cuyo padre prospera controlando y dominando a los
demás de forma que todo hay que hacerlo a su manera (si el niño discrepa o
discute, su padre le pega y le desprecia y su madre adopta un papel
completamente pasivo). En este caso el niño no dispone de ningún lugar donde
acudir para satisfacer sus necesidades. De adulto probablemente, se mostrará
complaciente con las personas, antepondrá las necesidades de los demás a las
propias. Cuando se le pregunte qué quiere hacer responderá: “No importa, tú
decides”. Intentará agradar a todos. Las personas con las que se relaciona
(pareja, amigos...) no les agradará esta situación llegando incluso a
enfadarse. Él mismo, también llegará a sentirse enfadado dado que negará sus
propias necesidades durante mucho tiempo. En este caso la trampa vital
transmitida es la subyugación como característica principal de su vida. Por
tanto, la intervención irá dirigida a que tome conciencia de su forma de ser:
ser más consciente de los deseos y sentimientos que ha aprendido a suprimir. Se
trata de que empiece a desarrollar opiniones y preferencias y empiece a ser más
asertivo; expresar su rabia y aprender a reafirmar sus necesidades de forma
calmada y controlada.
El enfoque de las trampas vitales enseña con exactitud cuál
es la relación más saludable que se debe buscar y qué tipo de relación es
conveniente evitar. A menudo, no es una tarea fácil. Se han de tomar decisiones
que son dolorosas a corto plazo y que pueden ir en contra de sentimientos
esenciales, pero esto permitirá romper la rutina donde se ha estado estancado
toda la vida.
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
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Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de
correos)
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