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Psicóloga Vecindario TERAPIA DIALÉCTICA CONDUCTUAL (TDC)






La Terapia Dialéctica Conductual (Dialectical Behavioral Therapy) desarrollada por Marsha M. Linehan (1993 a y b) y su equipo en la universidad de Washington ha sido una de las aportaciones importantes en el ámbito de la psicología general y la TCC en particular.

La TDC surge por el interés y la necesidad de elaborar un tratamiento eficaz de la conducta parasuicida en individuos con TPL. La TDC recoge en su proceder elementos, sobre todo técnicas, de la TCC tradicional, no obstante, posee diferenciadores en relación con ella, estos aspectos son los siguientes:

·         La importancia que le da a la aceptación y a la validación de la conducta (tanto del paciente, como del terapeuta) tal como se presenta en el momento presente.

·         La importancia otorgada a trabajar con las conductas que interfieren en la terapia.

·         La consideración de la relación terapéutica como parte esencial del tratamiento.

·         La consideración de la acción en función de los procesos dialécticos.

La TDC, hace referencia a una perspectiva dialéctica de la naturaleza, la realidad y la conducta humana que tiene como características:

·         La interrelación que se da en la realidad (entendida como una totalidad)

·         La oposición de fuerzas de distinto signo (tesis y antítesis) de cuya síntesis surge un nuevo grupo de fuerzas.

·         El cambio o proceso, más que el contenido o la estructura, como naturaleza fundamental de la realidad.

El principio dialéctico fundamental de la TDC es el que se establece entre cambio y aceptación. Linehan considera que esta perspectiva dialéctica es esencial para entender el TLP, pues el pensamiento, la conducta y las emociones dicotómicas y extremas características de este trastorno son fracasos dialécticos. La persona con TLP se quedaría atrapada en las polaridades sin lograr conseguir la síntesis. Estas polaridades dificultarían el progreso terapéutico y desde la posición dialéctica el terapeuta podría ofrecer ayuda para salir de ellas.

En los procesos terapéuticos son comunes las siguientes polaridades:

·         La necesidad que tiene el cliente de aceptarse a sí mismo tal como es en ese momento y la necesidad de cambiar.

·         La tensión que vive el cliente entre obtener lo que necesita y perder el apoyo si se hace más competente

·         La confirmación de los puntos de vista del cliente sobre sus dificultades “el solo no puede” y ver que necesita aprender las habilidades que le alivian el sufrimiento.

La función del terapeuta es ofrecer la posibilidad de síntesis equilibrado, de que el paciente cambie, para ello trabaja en los objetivos de tratamiento y simultáneamente apoya sus puntos fuertes, pero aceptando los débiles. Aceptar sus puntos débiles supone validar su experiencia, entender lo que se siente y hace, y no reprochar sus errores, puesto que su ambiente ya le ha trasmitido que su forma de pensar, comportarse y sentir es equivocada. Según Linehan la aceptación y validación son las condiciones esenciales para que se produzca el cambio.

Fundamentos teóricos de la TDC

Teoría biosocial del trastorno límite de la personalidad

Considera que el principal trastorno en el TLP es la desregulación emocional, producida por una extrema vulnerabilidad emocional y un contexto invalidante.

a)    La vulnerabilidad emocional

Se refiere a la alta sensibilidad y labilidad que presentan las personas con TLP frente a los estímulos emocionales negativos, manifestando una reactividad emocional de gran intensidad, con fácil activación de emociones intensas en situaciones en las que no es esperable que aparezcan, y una recuperación muy lenta de la calma.

En general, se puede asumir que la desregulación de las emociones tiene una base biológica, aunque no necesariamente hereditaria.

En este proceso el sufrimiento se experimenta como insoportable y aparece la necesidad de aliviarlo de forma urgente y perentoria.

b)   El contexto invalidante

Se refiere a un contexto en el que sistemáticamente se responde de forma errática e inapropiada a las experiencias privadas manifestadas por estos pacientes, especialmente durante la infancia.

Frente a los ambientes validantes que atienden las necesidades y preferencias del niño, tanto en el aspecto físico, como emocional y cognitivo (p.ej., si expresa ira o frustración se le toma en serio se le responde con comprensión y se le calma, o si quiere una habitación de un color o un determinado muñeco se le atiende...) en los ambientes invalidantes se responde a la comunicación de preferencias, pensamientos, emociones con respuestas disonantes. P. ej., cuando un niño llora le dicen “basta de hacerte el llorón” o si dice que tiene sed se le dicen cosas como “no tienes sed, acabas de beber”.

Así el ambiente invalidante contribuye a la desregulación emocional porque fracasa a la hora de enseñarle al niño a poner nombre a los estados emocionales y a modular la activación, tolerar el malestar y confiar en sus propias respuestas emocionales como interpretaciones válidas de los eventos. Las personas con mayor vulnerabilidad emocional que han crecido en u ambientes invalidantes, puede producir una desadaptación seria en su vida adulta, pues no lograría resolver los problemas de su vida, mostrando serias dificultades para afrontarlos.

Según la teoría biosocial la interacción de estos dos componentes (vulnerabilidad emocional y contexto invalidante) daría lugar a un déficit en la habilidad para regular las respuestas emocionales caracterizado por:

·         Dificultades para inhibir conductas poco eficaces que aparecen en respuesta a emociones negativas.

·         Dificultades para aquietar la activación fisiológica resultante de una fuerte emoción.

·         Dificultades para concentrarse en presencia de una fuerte emoción

     Teniendo en cuenta estos déficits, las conductas explosivas y desadaptativas de las personas con TLP se pueden entender como intentos de aliviar el malestar producido en la intensidad y duración de sus emociones negativas. Algunos ejemplos serían:

·         La conducta impulsiva y especialmente la parasuicida sería un intento poco adaptativo de regular y reducir esas emociones, de la misma forma que una sobredosis reduciría de inmediata la susceptibilidad a la desregulación

·         Los intentos de desregulación emocional desadaptativos en la automutilación, y que según los pacientes con TLP tiene como función proporcionar una reducción de la ansiedad y otros estados emocionales negativos.

Como consecuencia directa de la dificultad en regular las emociones se produce una marcada interferencia en las relaciones sociales, originando relaciones caóticas, basadas en la impulsividad y los estallidos de emociones negativas extremas (p.ej., ira, tristeza...) que impiden la creación y el mantenimiento de relaciones estables.

Referencia bibliográfica

Ruiz, M. A., Díaz, M. I., & Villalobos, A. (2012). Manual de Técnicas de intervención cognitiva conductuales. Madrid: Desclé De Brouwer.

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