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TRATAMIENTO DE LA IRA DESCONTROLADA EN MALTRATADORES


   Técnica terapéutica: Educación sobre el proceso de violencia
   El maltrato suele negarse por parte del agresor. Cuando una conducta genera malestar al pensar fríamente en ella o es rechazada socialmente, se utilizan estrategias de afrontamiento para eludir la responsabilidad, como buscar o quitar importancia a los efectos de las conductas.


   La ira es una emoción normal, pero la violencia es una conducta negativa. El enfado, que es una emoción normal en determinadas circunstancias, no tiene por qué acabar en conducta violenta.
   La violencia como forma de relación en la pareja es inadmisible en cualquier circunstancia porque, al producir siempre unas consecuencias físicas y emocionales negativas, supone una vejación para la víctima y una disminución de la autoestima del agresor. La conducta de la pareja no puede justificar la violencia. En todo caso, habrá que buscar otras vías de afrontar los problemas planteados.
   Cada persona debe hacerse responsable de sus propias conductas. Los impulsos pueden controlarse.
   La violencia, más que una forma de pérdida de control de los impulsos supone un intento del control de la relación.
Información sobre la ira y el ciclo de la violencia
   Las conductas agresivas en la relación de pareja (maltrato físico, amenazas, insultos, gritos, chantajes...) pueden servir a corto plazo para conseguir lo que uno quiere, pero a la larga deterioran la relación de pareja y se vuelven contra uno mismo.
   No se trata de suprimir la ira, sino de aprender a controlarla y a canalizarla por medio de unas conductas no problemáticas. Se trata de aprender a identificar tempranamente los pensamientos “calientes” (injusticias, agravios pasados...), los sentimientos (venganza, humillación...) y las conductas (chillidos, gestos amenazantes, acaloramiento...) que disparan sus reacciones de ira.
   El ciclo de la violencia sigue tres fases (Walker, 1984):
1)    Desarrollo de la tensión
Durante esta fase, las frustraciones aumentan gradualmente, aparecen en la mente pensamientos reiterados acerca de los fallos del otro cometido en el pasado, se atribuyen las desgracias personales a la conducta de la pareja y se tiene la evidencia de que la conducta violenta es inevitable, sobre todo si existen antecedentes anteriores. A veces la tensión llega a ser tan intolerable que la violencia final es un alivio.
2)    Explosión o episodio de violencia aguada
En esta fase la víctima es maltratada. La agresión física es más probable si el agresor se inmiscuye en la libertad de movimientos de la víctima (p.ej., la persigue por la casa o le impide salir a la calle) o la víctima realiza conductas (gestos, comentarios...) que el agresor interpreta como ofensivas o provocativas.
3)    Arrepentimiento o luna de miel
En esta fase el maltratador se siente avergonzado acerca de su pérdida de control. Jura que nunca volverá a suceder y encuentra modos para convencer a la pareja de su afecto. Se suele atribuir el maltrato a factores externos, como el alcohol, los amigos o los problemas en el trabajo, lo que dificulta la asunción de las responsabilidades propias y la prevención de otros sucesos futuros.
   Sin embargo, la fase de arrepentimiento tiende a desaparecer gradualmente a medida que aumenta la frecuencia de episodios violentos.
Potenciar la responsabilidad del paciente en el autocontrol de la ira
   El paciente es responsable de todas sus interacciones. Es molesto no conseguir lo que uno quiere o necesita. Por ello, es fácil enmascarar los sentimientos resultantes de frustración e impotencia culpabilizando a la otra persona de lo ocurrido. El paciente es el único que conoce con exactitud sus deseos y necesidades. Tratar de obligar a la otra persona a cambiar con ira o violencia es destructivo para ambos y para la relación. Sólo modificando el propio comportamiento puede obtenerse un resultado más satisfactorio. En último término, el paciente tiene la responsabilidad de utilizar la estrategia adecuada o inadecuada para hacer frente a las diferentes situaciones.
   Por tanto, se trata de no culpabilizar al otro de los problemas de uno.
Explicación del proceso de escalada de la ira y la necesidad de detener la escalada
La violencia no surge habitualmente en un instante. Incluso las personas que se vuelven furiosas con rapidez atraviesan etapas progresivas. La ira empieza habitualmente con unos niveles bajos de molestia o irritación que gradualmente se intensifican y finalmente estallan en una fuerte explosión de violencia. Es necesario ser consciente de la ira en las fases anteriores a una explosión. La mayoría de los hombres sólo son conscientes de la ira cuando se presenta en su máxima expresión y ya es difícilmente evitable. Niveles menores de ira, que el paciente probablemente califica de molestias o de irritación, son los que más se pasan por alto hasta que se intensifica llegando a una expresión de violencia. Si se quiere detener la escalada de la ira, es necesario actuar en los niveles iniciales y no cuando la violencia está a punto de estallar.
Identificar las situaciones antecedentes facilitadoras de la ira
Las circunstancias son muy variables de unas parejas a otras, puesto que están relacionadas con el contenido de la interacción (temas económicos, educación de los hijos...) o con las situaciones concretas (hacer determinados gestos, levantar la voz, discutir de noche, estar bebido...)
   De ahí la necesidad de elaborar una lista de las conductas de la pareja que son provocadoras de ira.
Explicar los principales pensamientos activadores de la ira
   Los pensamientos “calientes” desempeñan un papel importante en la reacción de ira como respuesta a un suceso frustrante:
·         Suceso: “no cierra la puerta”
·         Pensamiento: “lo ha hecho para fastidiarme. Nunca va a cambiar”
·         Ira: furioso
  Saber identificar estos pensamientos tempranamente es fundamental para detener la escalada de la ira.
Enseñar las manifestaciones fisiológicas más habituales que indican el inicio de la escalada de la ira
   Se dan diferencias de unas personas a otras: taquicardia, respiración jadeante, sudar, apretar los puños
   Es necesario observar dónde y cuándo comienza a sentirse la tensión.
   Signos habituales de ira:
·         Ceño fruncido
·         Ojos muy abiertos o muy cerrados
·         Labios apretados
·         Puños cerrados
·         Tensión muscular
·         Tono de voz alto con inflexiones bruscas

Control de la ira
Técnicas terapéuticas:
·         Suspensión temporal
·         Distracción cognitiva
·         Entrenamiento en autoinstrucciones
·         Abandonar inmediatamente la situación en caso de alerta roja
   Suspensión temporal (tiempo-fuera)
   Se trata de que el sujeto esté atento a las primeras reacciones de ira en un momento determinado y de atajar el momento de las mismas por medio de un alejamiento temporal de la pareja.
   Fases en la aplicación de esta técnica son las siguientes:
1)    Identificación de los indicios de ira.
2)    Aviso a la víctima. Se establece un acuerdo con la pareja sobre una señal que indique la puesta en marcha de la suspensión temporal. La señal puede ser física o verbal. No puede añadir ninguna expresión inculpatoria hacia la pareja como “Tiempo-fuera, estás enfureciéndome” o “estás haciéndome perder el control”.
3)    Alejamiento físico y psicológico de la situación. Dejar el hogar durante una hora (ni más ni menos). Durante este tiempo puede hacer alguna actividad física que le ayude a reducir la tensión en su cuerpo. Se trata de alejarse físicamente y de enfriar los pensamientos calientes. Darse una larga caminata, relacionarse con un amigo o salir a correr, por ejemplo.
   No debe pensar en la situación que le ha hecho enfurecerse, ni tomar decisiones, ni beber ni utilizar drogas.
4)    Regreso. Debe avisar que ha llegado. Debe comprobar si está preparado para hablar sobre la cuestión. Si no lo está, debe fijar un tiempo específico en el que estará listo para hacerlo.
Distracción cognitiva (en la primera fase de la ira)
   Cuando uno se encuentra tenso o irritado, suele ser difícil no pensar en ello. Pero estos pensamientos, a la larga, sólo sirven para que uno se sienta peor. Mantienen en marcha el círculo vicioso de la ira y de sus síntomas.
   Si se consigue no prestar atención a los síntomas derivados de la ira, éstos acabarán por desaparecer por sí solos. Para conseguirlo son necesarias dos cosas:
a)    Decidir no pensar en ellos
b)    Ocupar su mente con otra cosa, es decir, distraerse.
   Técnicas concretas de distracción:
a)    Concentrarse en lo que está pasando alrededor. Por ejemplo, fijarse en la matrícula de los coches
b)    Practicar alguna actividad mental. P. ej., contar despacio de 1 a 20, canturrear una canción...
c)    Hacer ejercicio físico. Pasear, hacer arreglos en casa, correr...
d)    Llevar a cabo respiraciones lentas y profundas. Por ejemplo, retener la respiración, sin hacer inhalaciones profundas, y contar hasta 10; al llegar a 10, espirar y decirse a sí mismo de una forma suave la palabra “tranquilo”; inspirar y espirar en ciclos de 6 segundo (3 para la inspiración y 3 para la expiración), diciéndose la palabra “tranquilo” cada vez que se espira.
Autoinstrucciones
   Ensayar una serie de autoinstrucciones que debe practicar regularmente y llevar por escrito en la cartera para poder echar mano de ellas en los momentos precisos
   Abandonar inmediatamente la situación en caso de alerta roja
   Se trata de llevar a cabo la suspensión temporal sin demora y sin necesidad de un acuerdo previo con la pareja. Una vez fuera, seguir las indicaciones expuestas para la suspensión temporal. No debe regresar a casa hasta que no se sienta más calmado y no exista peligro de otro estallido de violencia.


Centro de Psicología María Jesús Suárez Duque

C/ Tunte,6 Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de correos)

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