¿QUÉ
ES LA DEPENDENCIA EMOCIONAL?
La dependencia emocional es un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir desadaptativamente con otras personas.
El dependiente presenta una frustración o una insatisfacción en su área afectiva que pretende compensar centrándose preferentemente en sus relaciones de pareja. El mundo del amor se convierte en lo más relevante para el dependiente emocional, que vive sus relaciones de manera tremendamente intensa y que siente que lo único que realmente importa es el otro, sin poder concebir su existencia sin alguien a su lado.
El dependiente emocional suele tener relaciones de pareja
desequilibradas, aporta mucho más que el otro viviendo en una eterna falta
de correspondencia. Prioriza tanto su
relación amorosa que pone en compromiso el resto de sus facetas: su estado
de ánimo irá en función de dicha relación, su tiempo se dedicará a la otra
persona (mientras que ella se deje), sus pensamientos girarán en torno a la aceptación
o al temido rechazo del otro...Mientras la relación vaya bien (aunque para otro
esa situación sea inadmisible), podrá cumplir con sus tareas habituales; pero
si esto no es así, todo salta por los aires: estado de ánimo, trabajo,
responsabilidades familiares, obligaciones, aficiones y demás. Lo más
importante (incluyendo los hijos si se tienen) es la pareja. Si la relación se rompe, aparece angustiada,
con el rostro desencajado, llorando
continuamente, pensando en morirse, con una ansiedad terrorífica, sin poder
concentrarse en nada sólo en el monotema de la pérdida de la relación. No
obstante, este calvario desaparece como arte de magia en dos situaciones:
1) La expareja
contacta con el dependiente y propone una cita, o bien alimenta esperanzas de
una hipotética reconciliación.
2) En
medio del sufrimiento, y contra todo pronóstico por estar el individuo echando
de menos de forma obsesiva a su anterior pareja, aparece otra persona que
previamente se ha buscado. “A rey muerto, rey puesto” o “Un clavo quita a otro
clavo”.
En cualquiera de estas dos
situaciones, el rictus desencajado del dependiente da paso, sin solución de
continuidad, a un semblante sereno e incluso eufórico. Y esto puede ocurrir en
cuestión de minutos, algo imposible de ver en otros problemas psicológicos como
la depresión, las fobias...
Los dependientes emocionales
realmente están más enamorados
obsesivamente de la relación que de la persona. El amor sano está
“personalizado”, el insano no tanto. No obstante, cuando el dependiente está en
plena relación ni se le pasa por la cabeza cambiar de pareja porque está
focalizado en ella siempre y cuando sea satisfactoria y esté a la altura de sus
expectativas, porque cualquiera no vale.
Se trata de relaciones basadas
en la sumisión, la idealización y el
terror al rechazo, al abandono. Esto puede llegar al punto de aguantar
malos tratos, de que se conforme con relaciones en las que el otro no tiene el
menor interés en él, o de que soporte humillaciones por parte de la pareja (por
ejemplo, la obligación de hacer la cena a ella y a su amante en su propia
casa...). Asimismo, defienden la relación a ultranza o como mínimo, con un
terror brutal a la ruptura
Castelló, J.
(2012). La superación de la dependencia emocional. Como impedir que el amor
se convierta en un suplicio. Ediciones Corona Boreals.
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
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