Al hablar de sobreprotección no nos referimos a un
acto aislado de protección a nuestros hijos, sino al estilo educativo basado en
la sobreprotección.
La sobreprotección como acto aislado la hemos puesto
en práctica todos en alguna ocasión. Es algo natural, instintivo e inherente al
mundo animal; pretendemos proteger a nuestro hijo de un peligro concreto, que a
raíz de nuestra experiencia personal o por aprendizaje social, sabemos que
puede ocurrirle. Se trata de algo positivo, necesario y que estrecha más aún el
vínculo padre/madre-hijo.
Sin embargo, cuando nuestros temores y miedos sobre la
integridad física y mental de nuestros hijos, provocan una sobreprotección
constante es perjudicial para el desarrollo equilibrado e integral de nuestros
hijos.
¿Cuáles son los peligros asociados a la
sobreprotección?
1) Imposibilidad de
desarrollar sus habilidades
Con la
sobreprotección estamos impidiendo el desarrollo de habilidades tan
importantes como la solución de problemas, la generación de alternativas,
la empatía y la autonomía, entre otros.
La primera fuente de
aprendizaje significativo se da mediante la experiencia directa, y para que se dé,
deben darse experiencias directas.
El niño que no se cae en
el parque no entiende que debe ir con cuidado si no se quiere lastimar. El
niño que no necesita pedir agua porque siempre la tiene disponible, no va
a aprender a verbalizar sus necesidades. El niño al que no se le asignan
pequeñas responsabilidades adaptadas a su edad, no aprenderá a hacerse
cargo de asuntos importantes.
Las habilidades se
mejoran con la práctica. Si no hay práctica, no mejoran. Si no mejoran,
estamos mermando la capacidad de desarrollo personal.
2) Inseguridad
Con el tiempo, estaremos
creando personas inseguras. Si no le hemos dado las herramientas para
solucionar sus propios problemas sin la ayuda de los demás, se
verá incapaz de enfrentarse a ello por sí solo.
3) Personalidad
dependiente
Ante lo anterior,
desarrollará una personalidad dependiente que le imposibilitará dar
un paso sin la ayuda de los demás. De esta manera, la
sobreprotección imposibilita la autonomía personal. A la larga,
además, su autoestima y su autoconcepto también pueden verse
mermados.
4) Imposibilidad de
aprender de sus errores
Si evitamos que el niño
se haga cargo de sus responsabilidades, estaremos impidiendo
que sea consciente de sus puntos fuertes y sus puntos débiles. No
podrá recibir información de lo que debe mejorar, de la misma manera que
tampoco podrá demostrar qué realiza de manera correcta para conseguir el
refuerzo de la sociedad.
Esta privación de
feedback personal mermará su capacidad de autocrítica, por lo
que no sabrá aceptar sus errores ni aprender de ellos.
5) Insatisfacción
Todo ello, con los años,
genera insatisfacción generalizada. A la larga, esta insatisfacción puede
afectar a todos los ámbitos de la vida, sobre todo al personal. Con la
sobreprotección, al niño convertido en adulto se le hará verdaderamente
difícil mantener una vida ordenada y positiva; pueden ser frecuentes los
problemas laborales, las relaciones tóxicas, y la imposibilidad de
crear vínculos positivos basados en el respeto hacia la otra
persona y hacia sí mismo.
Si bien puede parecer
razonable querer educar a nuestros hijos sin ningún tipo de preocupaciones
para poder garantizar su felicidad, con el paso de los años esta sobreprotección
puede crear adultos no preparados para las situaciones que genera
la vida. El proceso de crianza infantil debe contener también unas
dosis de responsabilidad muy necesaria hoy en día.
¿Cuáles son los posibles efectos de la sobreprotección
en nuestros hijos?
Aunque no se trata de
efectos generales para todos los niños que se desarrollan en un ambiente
familiar sobreprotector, los padres que sobreprotegen a sus hijos aumentan las
posibilidades de que sus hijos sufran algunas de las siguientes consecuencias:
· Timidez y dependencia
excesiva
· Inadecuada e
insuficiente desarrollo de habilidades sociales
· Inseguridad en sí mismo
y de en su relación con los demás, falta de confianza.
· Falta de asunción de la
responsabilidad de sus actos, ya que son sus padres los que suelen asumirla.
· Labilidad emocional: tan
pronto está contento como se echa a llorar.
· Miedos y fobias
sociales, de separación de sus padres
· Falta de experiencias,
de actividades, que desembocan en un mal desarrollo de habilidades y
capacidades.
· Inadecuado desarrollo de
la empatía
· Falta de iniciativa
propia e inadecuado desarrollo de la creatividad
· Sentimientos de
inutilidad
· Posibilidad de que se
vuelvan egocéntricos y tiranos con su entorno
· Pueden tener retrasos o
dificultades de aprendizaje, afectando a su rendimiento académico.
· Dificultad para la toma
de decisiones
· Tendencia al pensamiento
negativo y al pesimismo
· Tendencia a la depresión
y a trastornos afectivos...
Consejos a los padres para evitar los efectos
probables de la sobreprotección
· Dejar que se enfrente a
las dificultades y a los problemas, para hallar la solución por sí mismo.
· Tratarle de acuerdo a su
edad.
· Ofrecerle oportunidades
de relacionarse con otros niños, de pasar algún tiempo sin la presencia de los
padres. Debe aprender a relacionarse con otros que tenga perspectivas distintas
a las de los padres
· Ayudarles cuando lo
necesiten, pero no solucionarle siempre los problemas. Debe aprender por sí
mismo a buscar las soluciones o los apoyos necesarios.
· No ahogarle con
preguntas y un control estricto, se le debe dejar un cierto margen, un espacio
para su intimidad.
· Establecer unos límites
claros en la casa, no se le debe dar todo lo que pida. Debe aprender que las
cosas requieren un esfuerzo para conseguirlas.
· Aceptarlo tal como es,
con sus virtudes y con sus limitaciones.
¿Cuál es la forma adecuada de educar a nuestros hijos?
Los resultados de las
investigaciones y las teorías consideran el estilo educativo
democrático como el más adecuado para educar a nuestros hijos donde se
combina la permisividad y el control con normas consensuadas y coherentes. Ni
la permisividad ni la sobreprotección por sí solas son adecuadas para el
desarrollo integral de nuestros hijos. El arte de educar consiste en conjugar
nuestros temores con nuestras aspiraciones, teniendo siempre en cuenta los
deseos e intereses de nuestros hijos.
La sobreprotección también lleva a la indefensión
Además de las
experiencias negativas personales de “esfuerzo sin resultado”, hay otras
situaciones vitales que pueden llevar también a la indefensión o sensación de
inutilidad: la sobreprotección.
Si desde que el niño es
pequeño le damos la solución a todos los problemas, impedimos que corra riesgos
y se enfrente por sí mismo a las dificultades de la vida, llegará un momento
que dejará de actuar, esperando que nosotros (padres, educadores, empleadores)
le solucionemos los problemas.
Una vez que hemos hecho
de la persona “un sujeto dependiente, si un día no le prestamos la ayuda que
espera de nosotros, no invertirá su energía en solucionar el problema, sino en
quejarse de la situación. Reaccionará como le hemos enseñado (Burón).
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