MODELO EXPLICATIVO DE CONDUCTAS INESTABLES DESDE LA TERAPIA ICÓNICA
Se ha comprobado (Soledad, 2013) que las respuestas inadaptadas
de los sujetos inestables van precedidas de situaciones de frustración. Dichas
respuestas son fundamentalmente: decaimiento personal, irritabilidad o
agresividad y de escape. También se ha observado que presentan una baja
autoestima y un tipo de percepción dicotómica.
El modelo agrupa estas respuestas en tres categorías y realiza
una hipótesis de funcionamiento.
Las tres categorías
en las que se agrupan son:
a) Conductas primarias inadaptadas (autoagresión,
heteroagresión y escape).
b) Conductas secundarias o compensatorias
(idealización y manipulación).
c) Aspectos de personalidad que se consideraron factores
de vulnerabilidad (baja autoestima, pensamiento dicotómico, esquemas
cognitivos negativos y, en algunos casos, dependencia).
A la ordenación, mediante una hipótesis de funcionamiento,
de estas conductas o características de personalidad se ha denominado «modelo
explicativo de la conducta inestable o inadaptada»
Conductas primarias
inadaptadas ante la frustración
Las respuestas primarias inadaptadas que las personas
inestables suelen emitir ante la frustración se clasificaron en tres tipos:
autoagresión, heteroagresión y escape.
Dentro de cada una de ellas, el modelo distingue entre
respuestas verbales y conductas. Estas respuestas inadaptadas se definen de la
siguiente forma:
a)
Se entiende por autoagresión
aquella respuesta ante la frustración en la que el sujeto puede pasar
progresivamente desde las autoverbalizaciones negativas a conductas de
desmotivación, abandono personal, autolesión o autolisis. En los casos más
graves (trastorno límite) puede llegar, de forma súbita, a la autolesión o
autolisis.
b)
Se entiende por heteroagresión
aquella respuesta que va contra otros o contra los objetos; es decir,
reacciones cargadas de atribución externa manifestadas como culpabilización a
otros, que progresivamente pueden desembocar en hostilidad, discusiones,
insultos, golpes a los objetos o pelea física. A veces, cuando la conducta de
autoagresión se realiza para que el otro se sienta culpable, debe ser considerada
como heteroagresión. Por tanto, aunque en el modelo se definan las
autoagresiones como tales, habrá que descubrir cuál es la verdadera causa o
intención que subyace a la conducta.
c)
Se entiende por respuesta de escape
aquella conducta de huida ante la situación de frustración y que se caracteriza
por el cobijo en conductas de abuso perjudiciales para la persona: episodios
bulímicos y/o consumo de tóxicos y/o gastos excesivos y/o promiscuidad sexual
y/o conducción temeraria y/o dormir para no pensar y/o pensamientos
rumiativos, etc. A diferencia de las respuestas anteriores (autoagresión y
heteroagresión), en este caso se pueden dar de forma independiente y no
progresiva. Por ejemplo, si un sujeto presenta un problema de control de
impulsos en cuanto a la ingesta alcohólica, no necesariamente ha de manifestar
gasto excesivo o conducción temeraria, y la gravedad del problema, por tanto,
será la intensidad de dicha ingesta. Además, no siempre que se presenta alguna
de estas conductas se puede considerar como conducta de escape. Por ejemplo, la
ingesta alcohólica puede ser debida a una adicción y no a una respuesta de
huida ante la frustración.
La
disfuncionalidad o inadaptación de las conductas de autoagresión, heteroagresión
o escape se hace cada vez más patente conforme aumenta la intensidad (es decir,
cuando pasa del pensamiento a las conductas, llegando a acarrear nuevos
problemas y, como consecuencia, nuevas frustraciones, completándose así un
circuito cerrado de respuestas inadaptadas que generan un aumento de la
inestabilidad:
Expectativa no cumplida → frustración →
respuesta inadaptada (bien sea autoagresión y/o heteroagresión y/o escape) →
nuevos problemas, y así sucesivamente.
Conductas secundarias o
compensatorias para evitar la frustración
En el modelo
también se recoge lo que se ha denominado respuestas compensatorias, donde se
incluyen las conductas de manipulación e idealización. Estas conductas
se entienden en el modelo como un intento de abandonar el circuito cerrado de
la frustración en el que se puede sentir atrapado. Pero, esta evitación de la
frustración es temporal, ya que las conductas compensatorias llevarán a la
larga de nuevo a la frustración (la manipulación funcionará sólo mientras el
manipulado se deje o no se haya dado cuenta, y la idealización funcionará hasta
que la cruda realidad se evidencie). Así, estas conductas sólo serán válidas a
corto plazo, porque a largo plazo le llevarán de nuevo a la frustración y al
circuito anteriormente descrito.
Factores de vulnerabilidad que potencian la inestabilidad
En el modelo
también se recogen aspectos de personalidad como la baja autoestima, el
pensamiento dicotómico, esquemas cognitivos y, en algunos casos, dependencia,
que pueden estar potenciando la baja tolerancia a la frustración y, en
consecuencia, las respuestas inadaptadas antes descritas (conductas primarias y
secundarias). Así:
• La baja autoestima y la dependencia afectiva
favorecen la necesidad imperiosa de ser reconocido y fomentan un autoconcepto
basado en la valoración que otras personas hagan de él. Por ello, será más
vulnerable a los comentarios negativos, pudiendo responder a éstos con
conductas inadaptadas y/o desproporcionadas.
• El
pensamiento dicotómico hace que estas personas, cuando no ven cumplidas sus
expectativas idealizadas, tengan una percepción catastrofista de cualquier
dificultad, lo que les generará mayor nivel de frustración, respondiendo ante
ésta de forma desproporcionada e inadaptada. Esta misma dicotomía les hará
bloquear su sensación de control o autoeficacia, impidiéndoles utilizar las
estrategias de afrontamiento que conocen.
• Los esquemas cognitivos les harán
filtrar sus vivencias y percibir las situaciones de forma negativa o
perjudicial. Estos esquemas y cogniciones provocarán una carencia de
perspectivas que impedirá analizar el problema y proponer alternativas de
solución.
Funcionalidad del modelo
explicativo
La funcionalidad
que se defiende en el modelo explicativo para articular entre sí las tres
categorías mencionadas sería la siguiente: los aspectos de vulnerabilidad
(pensamiento dicotómico, baja autoestima, etc.) potenciarían baja tolerancia a
la frustración. Como consecuencia de la baja tolerancia a la frustración, la
persona respondería ante las dificultades con conductas aquí denominadas
primarias (autoagresión, heteroagresión y/o escape), pero este tipo de
respuesta le llevaría a nuevos problemas, y éstos a su vez generarían nuevas
frustraciones, adentrándose así en un circuito cerrado. El sujeto, en un
intento de salir de este circuito cerrado, lleva a cabo conductas
compensatorias que provisionalmente le darán un resultado satisfactorio
(idealización o manipulación), pero que a largo plazo le llevarán de nuevo a la
frustración. Por otra parte, las personas con TLP probablemente tendrán
dificultades para recuperarse emocionalmente de la frustración (debido a la
baja «resiliencia»). Eso podría justificar que sus conductas inadaptadas sean
más graves porque, como se comentaba anteriormente, los pensamientos o
autoverbalizaciones que se recogen en el modelo (de autoagresión,
heteroagresión y escape) aunque los pueden tener también las personas adaptadas
o estables, pero éstas son capaces de recuperarse de la frustración y poner en
práctica las estrategias de afrontamiento necesarias, no llegando a ahondar en
las conductas inadaptadas que aparecen al final de cada columna en el modelo.
Sin embargo, las personas con TLP pueden mantenerse en esos pensamientos hasta
desembocar en dichas conductas o, incluso, llegar de forma súbita a ellas.
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
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