CIRCUITOS DE MEMORIA IMPLÍCITA
La dopamina es un neurotransmisor muy importante en el
desarrollo, asociado a los refuerzos positivos o la recompensa. En
relación a las conductas de apego, está íntimamente ligado al papel de la
oxitocina y motiva la búsqueda mutua en la díada cuidador-bebé y la
reproducción en adultos (Panksepp y Biven, 2012). Provoca una sensación
de satisfacción cuando se logra algo.
El área cerebral más importante ligada a este
neurotransmisor es el cuerpo estriado. Esta región está muy relacionada con
las áreas corticales y es responsable, en gran parte, de los aprendizajes
procedimentales.
Cada vez que una acción, sensación o emoción queda
grabada como algo positivo, se produce un aumento de la dopamina y esta
información se almacena en el cuerpo estriado. Está conectado también
con la amígdala y el hipocampo, y desempeña un papel integrador en la motivación
(Damasio, 2012; Koziol y Budding, 2010).
La dopamina es el neurotransmisor de la recompensa.
Está asociada a la gratificación y la motivación. Si en algún momento
algo tuvo un efecto emocional muy positivo, habrá un pico en la producción de
dopamina. En el futuro, se puede intentar encontrar esta misma sensación con
conductas que pueden resultar patológicas.
Ejemplo: Un paciente cuando vino por primera vez a la
consulta, causó muy buena impresión a nivel personal: una conversación muy
agradable, buen sentido del humor, pero era difícil saber con exactitud cuál
era el motivo de la consulta. En la tercera sesión, comentó que tenía un
problema con el juego. Era ludópata. Al trabajar sobre este tema (que era el
que realmente le traía a la consulta) explicó que sentía un deseo irrefrenable
de ir a jugar a las máquinas tragaperras. Esto ocurría solo los fines de semana
cuando tenía más tiempo libre, durante la semana al estar ocupado todo el día
trabajando no sentía ninguna necesidad de jugar. Cuando pasaba el fin de semana
y se daba cuenta del dinero que había perdido (a veces ganaba, pero obviamente
eran las menos) sentía unos remordimientos terribles y se juraba y perjuraba
que no iba a volver a hacerlo para volver repetirlo el siguiente fin de semana.
La información que ha sido aprendida se almacena en el
córtex con una valencia emocional positiva o negativa. Si se vuelve a producir
una situación parecida, tendremos una sensación, emoción o pensamiento
parecido, sin que tenga lugar de forma consciente (Ginot, 2015). Esto
podría explicar el porqué de muchas acciones impulsivas que no pueden evitarse,
a pesar de saber que después provocarán malestar o dolor.
Es muy probable que la dopamina influya mucho en esta
impulsividad que tanta importancia tiene en la psicopatología. Koziol &
Budding (2010) mantienen que los circuitos de la dopamina están involucrados
también en las relaciones interpersonales, al estar conectados con el córtex
orbitofrontal. De este modo, las personas con apego seguro que hayan
vivido las relaciones personales en la infancia como algo positivo tenderán a
crear vínculos sanos con los demás y se reforzará la sensación de búsqueda de
relaciones sanas con amigos o parejas. Esto no significa que el cerebro actúe
de forma rígida en función de lo aprendido en la infancia. Estos aprendizajes
procedimentales resultan muy útiles para actuar de forma repetitiva y gastar la
menor energía posible, pero el neocórtex, mediante la consciencia, permite
flexibilizar las conductas o las emociones que suelen ser espontáneas o
repetitivas. La mayoría de las veces será fácil cambiarlas, pero serán más
difíciles de cambiar o que desaparezcan en función del efecto ansiolítico que
tengan.
Los individuos que no han podido aprender a regularse en
la infancia no tienen esa capacidad de integrar aprendizajes nuevos y están
condenados a repetir emociones o conductas, aunque les resulten nocivas. El
circuito de la recompensa puede explicar por qué muchas de las conductas
patológicas que se aprenden en la infancia y la adolescencia son tan difíciles
de cambiar o eliminar en el futuro. Esto explicaría, por ejemplo, la dificultad
del tratamiento de las adicciones o los trastornos alimenticios.
Ejemplo: Un paciente de 31 años que acude a consulta porque
tiene sobrepeso. Quiere comer menos, pero cuando llega la hora del almuerzo o
la cena come mucho y al poco rato vuelve a sentir hambre y tiene que volver a
comer.
T: ¿Alguna vez has sentido sensación de vacío?
C: Sí. Desde que tengo uso de razón. Siempre he tenido una
sensación que dentro de mí faltaba algo.
T: ¿Y cómo hacías para calmarla cuando eras pequeño?
C: Comía. Recuerdo mucho estar con mi abuela disfrutando y,
eso sí, siempre comiendo. Era la típica persona que siempre estaba cocinando y
dándote comida. Con ella era feliz.
T: ¿No has pensado que quizá estés usando la comida como
forma de ser feliz, de no sentir la ansiedad?
C: Nunca lo había visto así.
Muchos de los trastornos que vamos a ver en nuestras
consultas van a estar relacionados con cosas que ocurrieron durante la
infancia, los mecanismos que se usaron entonces para reducir el malestar van a
seguir siendo usados no importa el tiempo que haya pasado
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
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