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Psicóloga Vecindario TRASTORNO DE PERSONALIDAD TRASTORNO DE PERSONALIDAD LÍMITE Características de la personalidad inestable



CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONALIDAD INESTABLE (TRASTORNO LÍMITE DE PERSONALIDAD)

Diariamente las personas generan expectativas y sufren frustraciones o impactos estresantes que les generan una alteración emocional, pero dependiendo de los recursos personales para la recuperación y el afrontamiento podrán reaccionar con conductas adaptativas que les ayuden a mantener su estabilidad emocional, o con conductas inadaptadas que fomentan la desestabilización emocional. Estas respuestas inadaptadas pueden ser valoradas en un continuo, de modo que en uno de los extremos se podría situar a la persona estable para, a continuación, y de forma progresiva, situar las personas inestables que suelen responder ante la frustración con conductas levemente inadaptadas, sin llegar a tener consecuencias significativas en la vida social, laboral o afectiva, y por último, en el otro extremo, se situarían las personas que presentan respuestas ante la frustración que son claramente inadaptadas, hasta el punto de interferir considerablemente en su vida social, laboral y afectiva (Millon, 1998). En este último extremo, hablamos de inestabilidad grave o de trastorno límite de la personalidad (TLP).

Las personas con inestabilidad grave o TLP se caracterizan por tener un pensamiento dicotómico que les hace evaluar sus experiencias en términos mutuamente excluyentes, lo que influirá en los supuestos básicos estudiados por Beck y Freeman (1995) que determinan su percepción y relación con el mundo y con ellos mismos de forma rígida y radical. Estas pautas conducen a limitaciones graves (sociales, laborales y afectivas), a una dificultad en el aprendizaje de nuevas estrategias de afrontamiento ante situaciones cotidianas y, en último término, a un aumento del malestar subjetivo (Sarason y Sarason, 1996; Vázquez, Ring y Avia, 1990).

En ese continuo entre la estabilidad y el trastorno límite de personalidad puede encontrarse toda persona; su situación dependerá de las respuestas con las que habitualmente responda ante la frustración. Por una parte, la estabilidad emocional no tiene techo, es decir, la mayoría de las personas pueden llegar a ser más estables de lo que lo son. De hecho, las personas bien adaptadas también pueden reaccionar ante la frustración con emociones negativas que les llevan a la iniciación de las respuestas inadaptadas (por ejemplo: autoverbalizaciones negativas, culpabilización a otros de sus propias dificultades, deseos de abandonar las responsabilidades ante cualquier dificultad, etc.).

¿En qué se diferencian entonces, las personas adaptadas y las inadaptadas emocionalmente?

 La gran diferencia entre estas personas adaptadas y las que tienen dificultades para su adaptación puede radicar en que las primeras no se «dejan llevar» por estas emociones, sino que saben pararse a tiempo antes de avanzar en este tipo de conductas, reflexionan o analizan la situación de forma equitativa, ajustada a la realidad y no extremista (dicotómica), para posteriormente, buscar alternativas a la situación. Por tanto, las personas adaptadas o estables tendrían recursos para reaccionar adaptativamente mediante estrategias de afrontamiento, y las inestables se dejarían llevar por sus emociones extremas, derivando en conductas desproporcionadas que interfieren en su funcionamiento. En definitiva, se podría decir que las personas estables tienen mayor «resiliencia» o, lo que es lo mismo, mayor «capacidad de recuperación emocional».

Cuando las respuestas inadaptadas de la persona inestable llegan a grados altos de intensidad (autolisis, peleas, consumo de tóxicos, golpear a los demás, etc.), suelen acarrear nuevos problemas y, como consecuencia, nuevas frustraciones, así el usuario puede establecer círculos viciosos autodestructivos (Millon y Davis, 1999). Esto genera un aumento y establecimiento de la inestabilidad, hasta cumplir una serie de conductas que pueden ser consideradas como diagnosticables de trastorno límite de personalidad según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V, 2014).

En el DSM-V, el TLP se recoge, junto con el resto de los trastornos de personalidad, en el eje II. Concretamente se incluye dentro del grupo B de los trastornos de personalidad. Se define como un patrón general de inestabilidad que se manifiesta en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, así como una notable impulsividad, que comienza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos.

Para diagnosticar el trastorno límite de la personalidad han de cumplirse, al menos, cinco de los nueve criterios que recoge el manual de diagnóstico DSM. Aquí se han agrupado dichos criterios por áreas.

El área social, incluye las relaciones interpersonales intensas e inestables, alternando la idealización con la devaluación de los demás, y los esfuerzos desproporcionados por evitar el abandono real o imaginado.

Respecto a sí mismo, recoge una alteración de la identidad o la autoimagen estable, así como la presencia de sentimientos crónicos de vacío, intentos o amenazas suicidas y comportamientos de automutilación.

Respecto a otras conductas, describe como frecuentes la reactividad anímica, la dificultad para controlar la ira y al menos dos de los siguientes comportamientos: gastos excesivos, promiscuidad sexual, abuso de sustancias, conducción temeraria o atracones de comida.

Por último, considera que, en algunos casos, puede existir ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves.

El modelo de explicación de las conductas inestables desde la terapia icónica recoge los criterios de funcionamiento que incluye el DSM-V, del siguiente modo:

• Identidad: en baja autoestima y dependencia excesiva que aparece en la vulnerabilidad del modelo.

• Autodirección: en la meta vital.

• Empatía: en esquemas cognitivos, heteroagresión y atribución.

• Intimidad y labilidad: en la idealización dicotómica que se convierte en frustración y devaluación del otro o de uno mismo.

• Ansiedad: que se recoge tal cual en el modelo.

• Inseguridad de separación: se recoge en dependencia y autoagresión.

• Depresión: se recoge parcialmente en autoagresión.

• Impulsividad: se recoge en la reactividad ante la frustración en modo de autoagresión, heteroagresión y escape.

• Asunción de riesgos: se recoge en escape • Hostilidad: se recoge en heteroagresión.

Bibliografía

S., S. (2013). Tratando...inestabilidad emocional. Terapia icónica. Madrid: Ediciones Pirámide.

 

Psicóloga en Vecindario

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