TRISTEZA
La tristeza es una emoción incómoda (que puede llevar a la
depresión) y que tiñe todo nuestro entendimiento de cansancio y miedo. Esta
emoción tiene claramente un enfoque social. Al ponernos en una posición de
debilidad, activa los mecanismos de empatía de los demás y permite que
nos ayuden. La tristeza es la puerta a la temida depresión.
La tristeza puede tener dos razones principales:
• La soledad. Esta emoción tan desagradable (aunque la soledad buscada pueda
ser muy placentera, no lo es la forzosa) es el mayor miedo de cualquier
mamífero.
Cuando aparece, la persona se siente abandonada, sin
ilusión ni fuerza. Surgió para que, cuando vivíamos hace miles de años en
comunidades pequeñas, el resto del grupo nos apoyara. La paradoja
actualmente es que cada vez vivimos rodeados de más gente y cada vez nos
sentimos más solos.
Los niños necesitan a sus cuidadores para sobrevivir y si
estos no están disponibles (física o emocionalmente), activarán el llanto
(protesta o rabia) y finalmente la tristeza como mecanismo para recuperar el
vínculo. Como todas las emociones, si se siente
con mucha frecuencia o intensidad en la infancia, se puede volver crónica en la
edad adulta.
• La frustración. Es una emoción relacionada con no
haber podido conseguir los objetivos propuestos. Sirve para aprender, pero
si es excesiva se convierte en un trauma.
Frustración es sinónimo de rabia. Así, cuando tenemos
mucho enfado o estrés, o simplemente hemos hecho un esfuerzo muy grande y
acabamos agotados (y paradójicamente felices), puede aparecer la tristeza como forma
de hacernos parar para recuperar fuerzas. Sería el modo de descanso de nuestro
cerebro para recuperarnos y seguir adelante con nuestros objetivos. Pero si la rabia es permanente o demasiado intensa, esta
sensación de tristeza se puede volver
permanente y aplastarnos, no dejándonos hacer nada.
La autoestima se cimienta en los primeros años de vida,
por eso es tan importante la regulación emocional de los padres a los hijos,
porque si estos sienten que nunca hacen nada bien aparecerá una frustración
tóxica que les llevará a una falta de autoestima y una tristeza permanentes.
Es importante no sobreproteger a los niños, pero
tampoco hacerles sentir que nunca hacen nada bien. Ambas cosas provocan
desaliento y falta de confianza en sí mismos.
La búsqueda de un objetivo puede tener éxito o ser un
fracaso. En este caso se puede vivir como
un aprendizaje o como un trauma. Depende
de la intensidad del miedo y de cómo lo valoremos a posteriori.
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
C/ Tunte,6
Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de
correos)
Pedir cita:
630723090
Comentarios
Publicar un comentario