ESTRESORES
Un acontecimiento estresante o estresor puede llegar a ser cualquier evento interno o situación. Siendo este definido en función de los siguientes elementos:
· Impredecibilidad.
· Incontrolabilidad.
· Falta de apoyo social.
· Tipo, durabilidad y simultaneidad de acontecimientos estresantes.
· Carencia de recursos personales de afrontamiento.
Acontecimientos vitales estresantes
Una situación cobra el carácter de estresante no solo por el tipo de acontecimiento y el impacto subjetivo que este tenga en la persona, sino también por lo que se mantenga en el tiempo y/o la simultaneidad con otros estresores.
· Estímulos del área psicosocial: conflictiva familiar, hábitat, desempleo, excesiva responsabilidad...
· Estímulos físicos del medio: nivel de ruido, condiciones climáticas, contaminación ambiental...
· Situación de agresión psicofísica: intervención quirúrgica, traumatismos...
No obstante, el valor traumático dependerá en última instancia de la traducción subjetiva: así como para algunos puede suponer una panacea, para otros supondrá la experiencia más conflictiva y caótica; por tanto, algunos estímulos o situaciones son claramente estresantes para algunos individuos y no para otros.
Carencia de recursos personales de afrontamiento
La mayoría de las veces resulta difícil distinguir entre los efectos de los acontecimientos estresantes y la tensión crónica, puesto que los primeros pueden ser antesala de los segundos, y viceversa.
En ambos casos, el potencial estresante estará determinado por las experiencias previas, es decir por aprendizajes, habilidades o entrenamientos, adquiridos incluso a edades muy tempranas, se pueden amortiguar los efectos del estrés o incrementarlo.
El hecho de que un suceso pueda ser estresante no significa que lo sea para cualquier persona. Importarán mucho los recursos personales, así como el momento vital particular en que se encuentre.
Entre los recursos personales más destacados se incluye una serie de habilidades o destrezas psicológicas específicas que podríamos englobar:
· Resolución de problemas.
· Habilidades comunicacionales: la capacidad de autoafirmarse en los diferentes ámbitos de comunicación: laboral, familiar, afectivo, social...; así como habilidades más específicas en tanto asertividad afirmativa y asertividad de oposición.
· Capacidad para poner límites a otros y a uno mismo.
· Capacidad de flexibilización de los pensamientos y generación de alternativas razonables a diversas situaciones vitales.
· Capacidad de perseverancia ante los desaciertos.
· Capacidad de planificación y organización de tareas.
· Conducta de ser consecuente y ejecutivo para con un plan determinado.
· Capacidad de recreación y disfrute.
· Habilidades para relajarse.
Pero más allá de las habilidades psicológicas que hayamos desarrollado, muchas veces estas se ven imposibilitadas de ejercerse porque nuestros niveles de ansiedad son muy altos, y se ha cronificado un estado de sobreactivación que nos desborda.
Ante un sistema nervioso tan sensible o vulnerable, un pequeño evento basta para disparar síntomas de ansiedad, o bien, un desborde emocional.
En esta línea, estudios más recientes (Rahe, 1989) han demostrado que la acumulación de eventos vitales estresantes a lo largo de un período de tres años predice el riesgo de fallo cardíaco. Sin embargo, cabe recordar que no son los estresores en sí mismos los que ocasionan fallos en nuestro sistema biológico sino su combinación con otros factores.
Bibliografía
Acquarone, S. (s.f.). Superar la crisis de pánico. Sentir, pensar y hacer.
Centro de Psicología María Jesús Suárez Duque
C/ Tunte,6 Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de correos)
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