HIPOCONDRÍA: La Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud
La versión de la CIE actualmente en vigor es la décima, cuyos criterios son similares a los que se planteaban en el DSM-IV-TR, es decir, creencia de que se padece una enfermedad sobre la base de síntomas, a pesar de las reiteradas explicaciones médicas sobre la ausencia de causas somáticas que justifiquen la creencia.
Esta caracterización de la hipocondría cambia radicalmente en la nueva edición, que supuestamente entrará oficialmente en vigor en 2022. Los cambios más importantes son los siguientes:
a) La hipocondría desaparece del grupo de los trastornos somatomorfos y se incluye en el del trastorno obsesivo-compulsivo y relacionados.
b) El término de hipocondría se mantiene como el principal, pero es análogo a los términos de ansiedad por la enfermedad, nosofobia, y neurosis hipocondríaca.
c) El diagnóstico de hipocondría excluye los de trastorno dismórfico corporal, trastorno de malestar por el cuerpo (Bodily Distress Disorder, denominación que sustituye a la anterior de trastorno de somatización) y miedo al cáncer.
d) No especifica pautas sobre la duración del trastorno para establecer un
diagnóstico.
e) Los criterios de diagnóstico hacen referencia a tres aspectos nucleares de la hipocondría:
1. Cognitivos: preocupación, creencias disfuncionales (catastrofismo) e
hipervigilancia de síntomas (aunque sean inocuos o normales).
2. Emocionales: miedo.
3. De comportamiento: comprobación, evitación, búsqueda de reaseguro.
Junto a estas características, mantiene uno de los criterios que fue más objeto de crítica en el DSM-IV: la persistencia de la preocupación, a pesar de las evaluaciones y explicaciones médicas, con lo que el mantenimiento del trastorno depende no solo de lo que le preocupe al paciente, sino, además, de que las explicaciones y evaluaciones médicas sean adecuadas y comprendidas (y que el paciente tenga acceso a ellas, claro está). Otro aspecto importante hace referencia al nivel de comprensión o insight del paciente sobre la racionalidad o adecuación de su preocupación en relación con los síntomas o signos. Este especificador resulta muy interesante, en la medida en que permite establecer un continuo de preocupación hipocondríaca que fluctúa desde en nivel leve (insight adecuado) hasta uno grave (delirante), si bien queda al arbitrio del juicio clínico valorarlo, ya que la CIE no proporciona, por el momento, criterios más específicos para evaluarlo.
El cambio más importante, no obstante, es la inclusión de la hipocondría en el grupo de trastornos que tiene como eje central al obsesivo-compulsivo. Este planteamiento no es nuevo, pues es propuesto y defendido por muchos expertos (Abramowitz y Braddock, 2006; Hollander et al., 2005; Neziroglu, et al., 2000; Reuman et al., 2017), debido fundamentalmente a un buen número de similitudes fenomenológicas y funcionales entre la hipocondría y el TOC
Bibliografía
Belloch, a., López, J., & Arnáez, S. (s.f.). Hipocondría: la ansiedad y la salud. Síntesis.
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