Orientaciones especiales para familiares con niños que podrían tener TOC
“Cuando mis padres me llaman estúpido, todo empeora. Yo sé que no soy estúpido, pero no puedo evitar hacer estas tonterías”.
Al tratar de recordar cuándo comenzó el TOC, muchos adultos se remontan a su infancia. Acordándose de sus sentimientos de vergüenza, aislamiento y miedo, desearían que alguien se hubiera molestado en sentarse y hablar con ellos sobre su extraña conducta, en lugar de criticarlos. Los niños saben que hacen cosas que otros niños no hacen. De hecho, están muy acomplejados por ello. Tienen miedo de contarle a su padre o su madre (u otra figura con autoridad) sus rutinas al vestirse, la necesidad que tienen de cepillarse los dientes un número determinado de veces, su temor a los “gérmenes” presentes en su pupitre de la escuela, sus esfuerzos por escribir perfectamente el palito de la “t”, su incapacidad de lanzar la pelota de baloncesto hasta que un “buen” pensamiento no sustituye a otro “malo” …
Los niños (como los adolescentes y los adultos) intentan con todas sus fuerzas ocultar esas conductas compulsivas por miedo a que alguien lo descubra, ya que “me encerrarían”, “sabrían que estoy verdaderamente loco”, “me echarían de su lado”.
Los niños suponen que hay algo intrínseco en ellos que funciona mal y que no pueden corregir. Como los adultos, también creen que quizá sean los únicos en tener ese problema.
El primer paso consiste en reconocer una conducta excesivamente ritual. Tenga en cuenta, sin embargo, que la mayoría de los niños pasan por una fase del desarrollo rica en rituales. Los rituales a la hora de ir a la cama y las oraciones proporcionan seguridad y comodidad; lo mismo ocurre con los amuletos “de la suerte”, los juguetes ordenados o las colecciones de objetos “especiales”. Pero si los rituales y las “rutinas” empiezan a interferir en el funcionamiento social y escolar del niño –si se queda en casa para “acabar” tareas incompletas o abandona sus actividades habituales-, debe encenderse una luz de alarma. Además, si las interrupciones de una “rutina” crean excesiva ansiedad, frustración u hostilidad, probablemente seahora de pedir ayuda psicológica.
Cuando un niño sufre un intenso dolor emocional, lo peor es guardar se todos sus miedos, porque sus padres esperan que “se olvide de todo eso” y “se tranquilice”. LOS Padres deben facilitar la comunicación. El intento de conectarse con el niño en un plano emocional les brinda la oportunidad de responder; es como tender la mano.
Los niños precisan que se les dé una especie de marco para entender lo que les pasa. A veces no pueden explicarlo a menos que un adulto les ofrezca varias posibilidades.
Un niño puede decir con alivio “¡Sí! Eso es justo lo que me pasa… ¿cómo lo sabes?”. Este fenómeno no es exclusivo de los niños. Ocurre a cualquier edad cuando alguien se siente desesperadamente solo en sus experiencias y encuentra a otra persona que siente lo mismo o le comprende.
Propuestas para los padres sobre cómo iniciar una conversación con un hijo que podría tener TOC
· “Oye, parece que andas preocupado todo el tiempo, ¿por qué no nos dices lo que te ronda por la cabeza?” “Todo el mundo tiene preocupaciones y es bueno que nos las cuentes.”
· “Nos hemos fijado que repites la misma acción, y tú, ¿te has dado cuenta? ¿Tienes miedo de algo? ¿Puedes tratar de hacerlo una sola vez? ¿Qué ocurre entonces? ¿Te parece que no queda bien?”
ORIENTACIONES GENERALES PARA FAMILIARES DE PERSONAS AFECTADAS CON TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO
Van Noppen, B. L., Pato, M. T., & Rasmussen, E. (2001). Aprender a vivir con el Trastorno Obsesivo Compulsivo.
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