¿Qué es adicción?
¿Cuándo un hábito se convierte en una adicción?
¿Cómo se distingue la verdadera adicción de una actividad inofensiva por la que no vale la pena preocuparse?
Algunas personas utilizan como criterio para considerar a una persona como adicta el siguiente: Si uno lo hace todos los días, entonces es adicto.
Lo que se sigue de esta falsa creencia es la igualmente falsa creencia inversa: si uno no lo hace todos los días, entonces de ningún modo es adicto.
La realidad es que el hecho de que algo se haga o no a diario no constituye un criterio acertado para determinar si una persona es adicta o no. La mayoría de los adictos, en efecto, no consumen a diario la droga en cuestión, sino que hacen un abuso esporádico de ella, alternando períodos de consumo diario con períodos de abstinencia o de consumo controlado.
Partiendo de ese criterio erróneo, muchas personas que son adictas suelen convencerse, y persuadir a otros, de que no tienen ningún problema. «Yo no bebo todos los días, así que ¿cómo habría de tener un problema?» O «Sólo consumo cocaína los fines de semana. Si fuera adicto, lo haría todos los días.»
Con algunas drogas y actividades, hasta es teóricamente posible (si bien improbable) que una persona incurra en ellas a diario y no sea adicta. En el libro A Nation of Gamblers, por ejemplo, Stuart Winston y Harriet Harris señalan que es posible hacer una apuesta todos los días y no ser un jugador adictivo, si la suma apostada está dentro de las posibilidades económicas del apostador y si no ocasiona consecuencias negativas.
En el caso de muchas sustancias, sin embargo (nicotina, cafeína, azúcar, cocaína y alcohol, entre ellas), el consumo diario a menudo conduce a la adicción. Con una droga altamente adictiva como la cocaína, por ejemplo, sería muy insólito que alguien la consumiera a diario durante, digamos, seis meses y no se convirtiera en adicto, teniendo en cuenta los profundos efectos bioquímicos que tiene esta droga en el cerebro.
Si una persona consume una droga todos los días o no, por lo tanto, no es un criterio idóneo para determinar su posible adicción.
Tampoco lo es la cantidad empleada (de inhalaciones, gastos, tragos, apuestas). Una persona puede ser alcohólica, por ejemplo, y sólo tomar un par de tragos por día... si está ejerciendo un severo control sobre el impulso de beber más. De manera similar, muchas personas se han convertido en cocainómanas consumiendo apenas un gramo de cocaína por semana, mientras que otras que consumen una cantidad mucho mayor de la droga pueden no mostrar signos de adicción (al menos por el momento).
En este sentido, no es tanto la cantidad ni la frecuencia lo que cuenta, sino cómo le afecta la droga a uno, tanto en el mismo momento, como en lo que se refiere al efecto total que tiene en su vida.
Básicamente, incurrir en el uso de una droga o en una actividad constituye una adicción si está causando problemas en su propia vida, pero se sigue haciéndolo a pesar de esto.
El otro factor distintivo clave es para qué se está usando la droga o actividad en cuestión.
Si bebe para mitigar una «tensión» interior, por ejemplo, lo más probable es que no se trate de una mera «costumbre social». Si tiene relaciones sexuales para evadirse de ciertos sentimiento insoportables más que para expresarse sexualmente, es muy factible que se trate de una adicción.
Si la principal razón que uno tiene para conservar una determinada relación es evitar sentirse solo, se la está usando como adicción.
En síntesis, si uno incurre en algo para cambiar su estado de ánimo porque éste le resulta intolerable, eso lo llevará por el camino de la adicción.
Bibliografía
Washton, A. M., & Boundy, D. (s.f.). Querer no es poder. Cómo entender y superar las adicciones.
Psicóloga en Vecindario
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