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Psicóloga Vecindario La sexualidad infantil Etapa de la pubertad

  Etapa de la pubertad 

     Hacia los diez u once años se inicia esta etapa en la que se produce una caída de lo firmemente establecido en la etapa de latencia. A causa de los cambios corporales y de crecimiento a veces abruptos y desmesurados, se pierde la seguridad del esquema corporal característica del latente. Se inicia un proceso de reestructuración que abarca lo pulsional (el/la púber debe dar un destino al autoerotismo), el Yo y lo vincular (cambian las relaciones con los padres y los otros). 

     Esta etapa dará paso a la adolescencia, la cual si bien está atravesada por el momento histórico y por la cultura que determinan los modos de asunción de los roles adultos, se caracteriza por la reformulación del autoconcepto, dando origen al abandono de la autoimagen infantil y a la proyección en el futuro, en el ser adulto. 

     En la construcción de la identidad adulta intervienen las primeras relaciones objetales parentales internalizadas y la realidad que el medio social ofrece. 

     En la pubertad se producen cambios físicos en 3 niveles: modificación sexual (producción de óvulos y espermatozoides maduros), desarrollo de las características sexuales primarias (agrandamiento del pene, testículos, útero y vagina) y el desarrollo de las características sexuales secundarias (crecimiento y maduración de los pechos, modificación de la cintura escapularia y pelviana, crecimiento del vello pubiano y cambios de voz). A éstos se suman las modificaciones fisiológicas del crecimiento en general y de los cambios de tamaño, peso y proporción del cuerpo. Todos estos cambios provocan que el cuerpo se sienta como extraño y excitante, de él emerjan una serie de sensaciones que resulten difíciles de procesar o decodificar, produciendo en el púber momentos de intensa vergüenza y de incomodidad por el cuerpo. 

En esta etapa ocurren dos pérdidas importantes:

·      La omnipotencia infantil (la menarca y los caracteres sexuales secundarios rompen con el mito de la bisexualidad), 

·       Pérdidas objetales (que se produce en el sacrificio del amor incestuoso). 

     Para compensar y reparar estas pérdidas el púber sale de la familia a conquistar el mundo externo mediante el descubrimiento de nuevas potencialidades (como el deporte u otras actividades recreativas o culturales) y el establecimiento de nuevas relaciones vinculares.

     Cuando el varón llega a la pubertad se produce una regresión a la fase pregenital, se busca otra vez la satisfacción de las pulsiones orales y anales (son groseros...), produciéndose la caída de los diques del pudor. La agresión puede descontrolarse, y despertarse el sadismo. La masturbación en el niño púber constituye una manera de fijar el erotismo en esa zona. 

     La niña púber no puede retornar a la etapa pregenital ya que ello la enfrentaría con la castración, la cual le produjo un sentimiento de inferioridad y dolor. Se encuentra más ligada a su madre y con dificultades para separarse. La desilusión provocada por la castración de la madre hace que se oriente hacia el padre y los varones, pero para competir. El padre y los varones constituyen personajes ideales. 

     En la etapa puberal pueden distinguirse tres fases:

a)    Pubertad femenina 

·       En la primera fase se incrementa la represión. Las niñas que han sido muy seguras empiezan con controles obsesivos, se vuelven tímidas e introvertidas. Son comunes las fobias, temores, se incrementan los síntomas hipocondríacos porque se incrementa la simbiosis con la madre pero de un modo conflictivo, se muestran oposicionistas, discuten, hacen reproches. A su vez, aparece el miedo a perder a la madre o a dañarla, miedo a los ladrones, como formas de manejar proyectivamente los deseos. 

·       En una segunda fase, la consciencia respecto de la sexualidad entre los padres le produce sentimientos de exclusión, lo que la lleva a atravesar momentos melancólicos, de inseguridad, de introversión. Se queda sola y triste encerrada en sí misma y se torna agresiva con ambos padres. 

·       Por último, en la tercera fase, se integran a los padres como figuras nutricias. Se recuperan las capacidades, volviéndose más activa. Suelen aparecer aumentos y disminuciones de peso. En estos momentos resulta de gran ayuda la amiga íntima con quien se tramitan los remanentes del complejo de Edipo negativo, los celos y la rivalidad. Surgen enamoramientos intensos de ídolos en la misma medida en que fue experimentado el amor hacia el padre durante el complejo de Edipo. 

b)    Pubertad masculina 

·      En la primera fase, atraviesan un momento melancólico. Se alejan de las chicas. Los cambios físicos son visibles, se produce el aumento de tamaño de los genitales en un miembro narcizado. Se vuelven torpes, irritables, esquivos, inquietos motrizmente, pierden la capacidad para expresar ideas, pierden la palabra (recurren a las onomatopeyas), viven momentos de desorganización. Pueden manifestar crueldad hacia los más chicos con el fin de autoafianzarse, ya que tienen débiles emblemas de masculinidad. El grupo de amigos actúa como contención y es por donde circula la información sobre la sexualidad. 

·      En una segunda fase, se produce un alejamiento de todo lo anterior y el interés por sí mismo se proyecta en un interés por el funcionamiento de aparatos electrónicos, mecánicos (intentan reparaciones, los abren para ver el funcionamiento, etc.). El cuerpo propio es sentido como un aparato. 

·      Finalmente, en la tercera etapa, se despierta el interés por el cuerpo como un aparato. Pueden observarse dos estilos: el hiperquinético, en el cual el movimiento posee un efecto paradojal estimulando en vez de calmar; y el intelectual, orientado hacia el conocimiento. Al final de la pubertad, retorna el interés por las mujeres, en forma de conquista. 


Psicóloga en Vecindario

MARÍA JESÚS SUÁREZ DUQUE

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