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Psicóloga Vecindario MIEDO AL RECHAZO Vinculación afectiva egoísta

Psicóloga infantil María Jesús Suárez Duque

Atención psicológica en TRAUMA Y ESTRÉS


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 Vinculación afectiva egoísta

   El vínculo afectivo o amor egoísta es un tipo de lazo que se establece con el niño (y que, en la edad adulta, puede darse en otro tipo de relaciones, como las de pareja, algo que sucede con mucha frecuencia en las diferentes manifestaciones de dependencia emocional) en el que el centro es el adulto. En la persona que presenta esta forma de vincularse, este lazo es básicamente de entrada, y no de salida; de recepción, y no de emisión. Es decir, la persona pretende ser querida y no se preocupa por querer. En consecuencia, el centro de la relación es el individuo con ese amor egoísta, que ocupa un papel de privilegio en dicha relación y, de esa manera, puede cumplir sus fines. En las interacciones adulto-niño es obvio que el adulto goza de todas las condiciones para poder conducirse de esta forma.


   No obstante, la vinculación afectiva egoísta es difícil de determinar porque, en apariencia, la relación adulto-niño es muy estrecha y parece que el amor y la complicidad fluyen. De la misma forma, en las relaciones de pareja en las que el miembro dominante tiene un estilo de amar egoísta, cuesta ver que dicho amor no es sano ya que quizá sea muy abundante. En la práctica, este amor egoísta es realmente una posesividad en la que el sujeto que lo profesa sólo pretende la cercanía y disponibilidad afectiva del otro. En lo que ahora nos ocupa, el adulto sólo pretende la proximidad y atención del niño, pero siendo dicho adulto el centro de la relación, el que verdaderamente importa.


   De esta manera, termina siendo el niño el que escucha los problemas del adulto (en muchas ocasiones se trata de la madre, mientras que, en relaciones de pareja, tanto varones como mujeres pueden desarrollar esta forma de querer), el que lo acompaña a casi todo y el que tiene que estar siempre disponible o accesible. En la vinculación afectiva egoísta, el adulto utiliza en muchas ocasiones el chantaje emocional para conseguir sus fines.


   Por ejemplo, una madre puede hacer sentir culpable a su hijo diciéndole que se quedará sola y triste en casa si se va al cumpleaños de unos amiguitos. El resultado es que el niño, sin ser consciente, percibe que se le ha buscado mucho afectivamente, pero que ha estado en una jaula de oro en la que no ha sido realmente el prioritario, sino que ha sido utilizado emocionalmente. El resultado es muy nocivo para la autoestima constituyendo también un trauma afectivo que determinará en la adultez, por ejemplo, que la persona que ha sufrido este tipo de amor sea ambivalente en sus relaciones de pareja, buscando mucha cercanía en las mismas y alternando esta cercanía con otras fases de mayor distancia o de hostilidad hacia la otra persona.


   En la vinculación afectiva egoísta no cabe hablar de carencias afectivas sino de un afecto primitivo, poco evolucionado y patológico. Más que carencia, se trata de toxicidad.


Bibliografía

Castelló, J. (2019). El miedo al rechazo en la dependencia emocional y en el trastorno límite de la personalidad. Psicología Alianza Editorial.

 Psicóloga en Vecindario

María Jesús Suárez Duque


Psicóloga infantil, adolescentes, adultos y mayores

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