
Origen de la trampa
vital de la desconfianza y abuso
1.
Alguien de tu familia abusó físicamente
de ti o te maltrató cuando eras niño
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2.
Cuando eras niño, alguien de tu familia
abusó sexualmente de ti o repetidamente te tocó con una intención sexual
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3.
Alguien de tu familia reiteradamente te
humillaba, te tomaba el pelo o te menospreciaba (abuso verbal)
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4.
Personas de tu familia tal vez no eran
de confianza. (ellos delataban tus confidencias, explotaban tus debilidades
para su propio provecho, te manipulaban, te hacían promesas que no tenían
intención de cumplir o te mentían)
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5.
Alguien de tu familia disfrutaba
viéndote sufrir
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6.
De niño te obligaron a hacer cosas
mediante amenazas de castigos severos o represalias
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7.
Uno de tus padres te recordaba repetidas
veces que no podías confiar en las personas ajenas a la familia
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8.
Tu familia estaba en contra de ti
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9.
En la infancia uno de tus padres solía
darte afecto físico inapropiado o éste te resultaba incómodo
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10.
Las personas solían llamarte con nombres
que te hacían daño.
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Todas
las experiencias de abuso son violaciones de los límites. Los límites físicos,
sexuales o psicológicos no fueron respetados. Alguien de tu familia que se
suponía te iba a proteger te empezó a hacer daño deliberadamente y tú estabas
indefenso.
Los
padres que tienen una relación conflictiva o que va a la deriva utilizan a los
niños como un sustitutivo. El niño recibe la atención, pero luego la situación
puede llegar a ser fuente de culpa.
La
extensión del abuso puede variar. Algunas personas sufren un abuso sexual
intenso, mientras que otras son objeto de frotamientos y toqueteos. Lo más
importante es cómo te sientes ante esta situación. Si te sientes muy incómodo
con los toqueteos, se trata casi de un abuso sexual.
Otra
fuente de culpa más tardía es que el niño cree que permitió, estimuló o incluso
disfrutó con el abuso. El abuso también puede provocar sentimientos sexuales
que confunden al niño y le hacen sentir mal y avergonzado. Es importante que
comprenda que no tuvo ninguna responsabilidad. Poco pudiste hacer. Mas bien se
supone que es tu familia la que te debía proteger. El hecho de que nadie lo
hiciera es muy doloroso para ti. Tu inocencia y tu confianza fueron
aniquiladas. Además, el secreto es otro motivo de culpa y vergüenza.
El
sentimiento de desamparo forma parte de casi todos los tipos de abuso. Uno de
tus padres abusó de ti y el otro falló en prevenirlo o pararlo: ambos te
defraudaron. Si hubiese sido un desconocido hubieras pedido ayuda y escaparías,
pero en este caso toleraste el abuso porque se trataba de alguien a quien
quieres y necesitabas la relación de esa persona. Quizá era la única relación
que tuviste y sin esta te hubieras quedado solo. Para la mayoría de los niños
mantener una relación abusiva, es mejor que no tener ninguna relación.
Las
tres clases de abuso (físico, psicológico y sexual) implican la misma mezcla de
amor y dolor.
Ante
un abuso continuado, el niño no se siente seguro. Los temas de seguridad
centran su atención y no le permiten concentrarse en otras cosas. Siempre hay
una parte de él que busca la amenaza. El sentimiento básico de seguridad que la
mayoría de las personas dan por supuesto, simplemente no se da.
En
los casos de abuso, el abusador hace que el niño pierda su autoestima: culpa al
niño y el niño acepta la culpa.
El
abuso crea un poderoso sentimiento de inutilidad. Provoca que te avergüences de
quién eres, te hace sentir que no mereces la pena y que no tienes el derecho de
hacerte valer o defenderte. Si permitiste que te utilizaran y que se
aprovecharan de ti, habrás sentido que el abuso fue lo que te merecías.
La
última defensa que tiene el niño es psicológica. Cuando la realidad es
demasiado terrible, existe la posibilidad del escape psicológico. En función de
la gravedad de los abusos, puedes haber pasado épocas de tu infancia en un
estado de disociación, sobre todo mientras el abuso se producía. Fue una
respuesta adaptativa a tu niñez. Disociarse puede ser una forma de distanciarse
de una situación emocional extrema para acabar con ella (p. ej., imaginarse
mientras se está cometiendo el abuso que se está en un globo naranja viajando
por el espacio). Proporciona un respiro para que uno pueda distanciarse del acontecimiento;
así éste aparece como algo aislado en la vida. Esto te permitió relacionarte
con el abusador en otras situaciones con relativa normalidad.
En
situaciones donde el abuso es extremo, la disociación puede llevar a la
formación de múltiples personalidades. Por ejemplo, los enfados
desproporcionados son contraataques que le permiten afrontar sus expectativas
de abuso de manera que algunas veces se comporte como el abusador. El niño
imita la conducta del abusador para sentirse más poderoso (pegar a sus hermanos
más pequeños, a los compañeros del colegio)
Uno
de los contraataques más frecuentes de la trampa vital es abusar de alguien, de
manera que se perpetúa la cadena. La víctima de abuso se convierte en abusador.
No todos cuándo crecen se convierten en abusadores. No obstante, muchas de las
víctimas del abuso que no se comportan de forma abusiva, han tenido fantasías
de abusar o hacer daño a la gente.
Esporádicamente
puedes humillar a los demás, ser un manipulador, insultar o divertirte viendo
el sufrimiento de otras personas. Se trata de una parte sádica tuya; es una
parte que puede parecer espantosa, que contraataca y que te convierte en
aquello que te hacía daño. La crítica que da origen a la imperfección enmascara
el abuso verbal cuando hay un propósito de hacer daño. La persona te humilla
deliberadamente y te derrota. Cuando has estado bajo la influencia de una
trampa vital de desconfianza y abuso aprendes a compensar tu propio abuso de la
infancia, volviéndote el agresor. Es difícil superar esa situación sin
cicatrices significativas. Hay padres que utilizan la frialdad y hacen sufrir a
sus hijos. Un ejemplo es el de aquellos padres que siempre pegan al niño cuando
es menor de cinco años, porque así no ha de preocuparse mucho de lo que el niño
le dirá o de lo que los otros averiguarán.
Otra
forma menos grave se da cuando el niño aprende a comportarse de forma abusiva y
desconfiada. Es posible que el ejemplo proceda de un padre que no se comporte
de manera muy ética y sea un manipulador en el trato con los amigos o en los
negocios. También puede ser que los padres manipulen o minen tu confianza. Por
lo tanto, aprendiste que toda la gente es así y esperas que la mayoría de las
personas actúen de esta manera contigo.
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
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