Psicóloga infantil, adolescentes, adultos y mayores
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PERSONA ALTAMENTE SENSIBLE: RASGOS PRINCIPALES
Los cuatro rasgos principales de las personas altamente sensibles son:
1. Profundidad en la manera de procesar la información recibida
· Rumiar. Dar mil vueltas a un tema, investigando todas las posibles perspectivas y más.
· La capacidad de combinar grandes cantidades de información, comparándolas con datos y experiencias anteriores. La tendencia a no tomar la información a la ligera, sino más bien a preocuparse y ser consciente de las múltiples soluciones e implicaciones que puede llegar a tener el tema que ha captado tu atención. La PAS es más consciente tanto de lo que está pasando dentro de ella misma como de lo que ocurre en su entorno.
· La necesidad de amistades y relaciones personales con una verdadera conexión, la búsqueda del sentido de la vida y, como consecuencia de todo ello, en muchos casos, la necesidad de sentirse unido a algo mayor y transcendental.
2. Sobreestimulación
La PAS es consciente de cada matiz dentro de cada situación. Si se trata de una situación compleja con muchas facetas para remarcar, con mucho ruido y con mucho movimiento, y si todo esto se prolonga durante un tiempo más bien largo, la enorme cantidad de información que le toca procesar llega a cansarle. Se agota, mientras que el no PAS puede aguantar mucho más tiempo porque recibe solamente una muy pequeña parte de la información de la que capta el PAS. Si lleva un día entero conduciendo, luego no te apetece ir a una discoteca, por ejemplo.
Todas las PAS presentan la tendencia de saturarse con facilidad, y en relativamente poco tiempo.
La sobreestimulación o sobreactivación es, pues, el resultado de recibir más información de la que el cerebro es capaz de procesar. Esto causa estrés y se manifiesta con una serie de síntomas corporales muy desagradables y bien conocidos, como las dificultades para respirar, la taquicardia, el dolor de cabeza, los mareos, la sudoración excesiva, el insomnio, la irritabilidad...
Las PAS conocen muy bien la sensación de perder el control y bloquearse de una manera u otra. O de ponerse terriblemente nervioso. Un repentino deseo, una fuerte necesidad de escaparse, de huir, porque se siente del todo abrumado. ¿Quién, siendo PAS, no conoce los ataques de pánico o la hiperventilación?
El rasgo de la alta sensibilidad, sin embargo, no se caracteriza por sentirse molesto ante los niveles altos de estímulos, aunque esto es lo que ocurre cuando recibimos demasiada información. Ese es el síntoma. Las PAS llegan a sobresaturarse por la intensa manera en que procesan la información que les llega.
Es importante no confundir la saturación por intensidad con otro tipo de saturación sensorial, consecuencia de deficiencias en la manera de procesar la información. Esto último puede presentarse enpersonas con autismo, en personas que, aunque generalmente son conscientes de las sutilezas, tienen dificultad para decidir hacia dónde enfocan su atención y qué desechan. Por ejemplo, si se centran en la cara de la persona con quien están hablando o en el cenicero que se ve cuatro mesas más allá.
3. Fuerte emocionalidad y empatía
La fuerte emocionalidad es, sin más, una faceta natural de la forma de ser de las PAS. Se conmueven con facilidad. Se emocionan ante manifestaciones de belleza, ante algún gesto que le toca el alma. Ante la ternura. En momentos de profunda conexión. Cuando ve realmente feliz a otra persona...
Por otro lado, si es muy emocional también puedes verlo todo como un drama, una prueba más de que vivimos en un valle de lágrimas, un callejón sin salida. La investigación científica ha demostrado que las PAS tienen más actividad cerebral que las no PAS cuando se les enseñan imágenes con contenidos positivos.
Y en cuanto a la empatía, nadie le tiene que enseñar cómo hay que ponerse en el lugar del otro; como PAS, es algo que hace de forma automática, sin cuestionártelo. Solo si es empático por naturaleza puede considerarse PAS. No vale que haya aprendido a ser empático por aquello de que hay que tener buenos modales. Una empatía «sana», desde su centro, le capacita para prestar ayuda constructiva y adecuada; a veces, sin embargo, puede pasar que la empatía se desborde de tal manera que ya no distingamos entre quiénes somos nosotros y quién es la persona (o el animal) al que estamos acogiendo emocionalmente. En este último caso su ayuda puede ser menos efectiva. Se pierde en un problema ajeno, a veces incluso absorbiéndolo y hundiéndose, sin que, objetivamente, le toque. En estos casos la empatía pierde su verdadero sentido.
4. Sensibilidad para matices y sutilezas
Para considerarse PAS hay que ser más sensible que la media en cuanto a percepciones sensoriales, captar no solamente todo tipo de datos sensoriales a través de los sentidos conocidos (vista, oído, olfato, tacto y gusto), sino también, y especialmente, la información llamada «sutil», como puede ser el estado anímico de la persona que uno tiene delante, o la energía positiva o negativa entre dos o varias personas («buen rollo» o «mal rollo»).
Las PAS suelen notar cosas tan insignificantes como si un cuadro está un poco torcido, si hay un pelo de gato en el jersey oscuro de nuestro interlocutor, si le falta el último botón de su camisa, si hay un pequeño cambio en el corte de pelo de algún conocido, un aroma de jazmín en la lejanía... un sinfín de detalles de los que los no PAS generalmente no son conscientes. Lo normal es que cuando intente explicar lo percibido a otra persona, esta le mire como si le estuvieras hablando en chino.
En cuanto a la percepción de sutilidades, no se limita a notar el estado anímico ajeno o un mal físico invisible, como puede ser un dolor de cabeza en alguien que tengamos delante. Hay un alto porcentaje de PAS que capta información tan sutil que cabría calificarla como paranormal (presencia de difuntos o las auras de las personas) Pero mientras la capacidad de captar las sutilezas energéticas descritas en primer lugar sí es un requisito para poder considerarse PAS, la percepción paranormal no lo es. Quien la posee puede ser altamente sensible o no.
No se puede subestimar la importancia del conjunto de estos cuatro puntos. Han de darse los cuatro. Hay trastornos, por ejemplo los del espectro autista, que se caracterizan por una elevada sensibilidad sensorial y la tendencia a la sobreestimulación, pero la persona afectada no es muy empática o no tiene esa típica tendencia presente en todas las PAS a procesar la información de manera profunda y con mucha intensidad, buscando respuestas a preguntas existenciales y transcendentales. Encajar en dos o tres de los apartados no es confirmación de alta sensibilidad. Por tanto, estos son los cuatro pilares de las PAS.
Zegers de Beijl, K. (s.f.). Personas altamente sensibles.
María Jesús Suárez Duque
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